Con el otoño comenzado llega también el cambio horario. Una vez más, los españoles volverán a modificar sus relojes. En esta ocasión, los atrasarán una hora hasta la próxima primavera, que se iniciará a finales del próximo mes de marzo.
Más de 50 años cambiando el reloj
Es toda una tradición que los ciudadanos españoles llevan años realizando dos veces al año. Desde 1974, el reloj se adelanta una hora con la llegada de la primavera y se retrasa en otoño.
Esta costumbre tiene una razón de peso para seguir vigente en la actualidad. Las horas de luz solar son mucho mayores de marzo a octubre.
Estas horas decrecen notablemente con el cambio otoñal hasta alcanzar mínimos durante el solsticio de invierno, que se produce aproximadamente hacia el 21 de diciembre. Precisamente este es el día más corto del año. En esta ocasión, el otoño durará 89 días y 20 horas.
El último día de este mes de octubre de 2021 llegará el momento de poner a punto los relojes otra vez. En plena madrugada, habrá que retrasar la hora. Cuando den las 3:00, pasarán a ser las 2:00, hora peninsular.
La tradición es que la modificación horaria se realice siempre en domingo. En esta ocasión, el sábado se duerme una hora más, algo que les gusta mucho a los más dormilones. Otros, sin embargo, aprovechan este cambio horario para salir de fiesta un ratito más.
La modificación horaria, a debate
Esta costumbre ha estado en boca de muchos durante los últimos años. Y es que se ha cuestionado y no poco. A pesar de ser un proceso obligatorio en todos los países de la Unión Europea, hay a quienes no termina de convencerles.
Aunque su objetivo principal es materializar un ahorro energético derivado del mayor aprovechamiento de la luz solar, gran parte de la sociedad no termina de verlo con buenos ojos. Prueba de ello es la consulta pública realizada hace tres años acerca de la pervivencia de esta medida.
Sus datos arrojaron como resultado una amplia mayoría que prefería cancelar este proceso de inmediato. El resultado fue de un 80% de votos a favor de no hacer el cambio de hora en otoño. Es decir, quedarnos siempre con el horario de verano.
Esta voluntad popular se llevó hasta la Comisión Europea en forma de propuesta, sin embargo, por ahora no ha habido consenso al respecto. Y es que donde unos solo ven ventajas, otros encuentran muchos inconvenientes.
La Sociedad Española del Sueño tiene una posición clara al respecto que ha repetido en varias ocasiones. Se aboga por no cambiar la hora cada seis meses, aproximadamente, porque consideran que es mejor el horario invernal.
Para ello, se apoyan en las horas de luz a las que nos exponemos. Estas influyen en nuestros ritmos circadianos, que son los encargados de controlar el sueño. En cada persona son diferentes porque estamos expuestos a decenas de fuentes de luz artificial como las pantallas de los dispositivos o las bombillas de los hogares, entre otras.
Su origen se remonta a la Antigua Roma
Lo cierto es que las modificaciones horarias no son fruto del siglo XX. Los romanos ya cambiaban sus horarios en función de los meses del año.
No obstante, fue en 1916 cuando el gobierno alemán aplicó el adelantamiento de los relojes una hora tal y como lo conocemos hoy. Esto también lo adoptó Estados Unidos dos años más tarde, en 1918.
Con las contiendas bélicas de por medio, estas medidas se cancelaron temporalmente. No fue hasta 1974 cuando regresaron para quedarse coincidiendo con la primera crisis del petróleo. Su intención no era otra que ahorrar energía, la misma que hoy en día.