El miércoles una explosión asolaba la calle Toledo 98 de Madrid haciendo retumbar toda la capital. Desde el lugar de culto, el párroco de la Virgen de la Paloma, Gabriel Benedicto, ha asegurado que ni el sacerdote ni el electricista fallecidos en la explosión de las calderas las llegaron a manipular en ningún momento.
El responsable de la parroquia ha pedido calma para que los miembros de la Policía Científica puedan seguir investigando sobre el caso y determinar de forma concreta que causó la explosión. «Como párroco, y a la luz de las informaciones, testimonios internos y datos de los que hasta el momento disponemos, lo que os puedo decir es que todo lo ocurrido se produjo en un lapso tan breve que no nos dio tiempo ni siquiera a ser conscientes de lo que estaba pasando» asegura Benedicto para 'El País'.
El rector confirmó que a pesar de que no se había producido ningún indicio en jornadas previas, unos minutos antes de que ocurriera la desgracia hasta seis miembros de la entidad episcopal percibieron un extraño olor en diferentes localizaciones del centro sacerdotal. «Fuimos seis personas las que percibimos, en apenas unos minutos, un extraño olor a gas en cuatro puntos distintos: patio, planta cero, planta quinta y planta sexta. Pero no dio tiempo a nada más que a advertir ese olor» ha comentado.
La investigación continúa
Benedicto asegura que nadie de los presentes tuvo tiempo a intervenir de ninguna manera. «Solamente, como cualquier persona preocupada por el olor a gas, intentaron conocer la causa, seguir el rastro, sin manipular en ningún momento ninguna de las calderas» cita.
También ha confirmado que por su parte se encuentran en contacto permanente con los Bomberos, la Policía, autoridades judiciales y otros responsables del Ayuntamiento de Madrid. «Prestando en todo momento la colaboración necesaria para esclarecer cuanto antes la verdad y la secuencia de los hechos».
El responsable también ha aprovechado para mostrar sus condolencias a los fallecidos, a los que se ha mostrado agradecidos por haber sido testigo de la vida de «dos grandes amigos que permanecían siempre juntos y así les encontró la muerte».
A Rubén Pérez, el sacerdote de 35 años, le define como un gran compañero y amigo, con quien tuvo la oportunidad de compartir vivir el confinamiento en eucaristía diariamente. «He conocido su fuerza en la debilidad, su paciencia al obedecer, su sentido del humor, su agudeza. Lo sentíamos como un hermano» ha comentado el párroco. En un principio se le había dado por desaparecido, pero logró salir del edificio semiderruido por su propio pie, aunque fallecería horas más tarde a causa de una hemorragia interna en el Hospital de la Paz.
También guardó unas palabras para David, el electricista fallecido que ejercía de catequista para adolescentes, señala que era «un padre ejemplar, dispuesto siempre a entregar su tiempo día y noche. La gratuidad y la alegría eran sus notas características. Nunca le vi dejar de entusiasmarse por todo: muy enamorado de Sara, devoto de la Virgen, fanático del Atleti» ha contado Benedicto.
A través de la página web el párroco ha agradecido también las numerosas muestras de cariño que está recibiendo a causa del suceso. «Pedimos al señor que consuele en lo profundo a todos los familiares de las víctimas y seguimos confiando en que la tribulación dé paso a la esperanza» concluye.
Demolición controlada
Ayer mismo se inició la demolición controlada de las plantas superiores del edificio de la calle Toledo 98. Un proceso que se llevará a cabo poco a poco para evitar el derrumbe de las partes inferiores. Los trabajos se están llevando a cabo con especialistas en materia y una grúa que se ha situado en la misma calle, con la que se podrán retirar los elementos más inestables y pesados del inmueble.