“Soy Jordi y mi pareja Sandra ha desaparecido”. Hace ya un año de este desesperado llamamiento para encontrar a Sandra Culli, la mujer de 44 años desaparecida en extrañas circunstancias en Vilassar de Mar (Barcelona). No se sabe nada de ella desde el 26 de diciembre de 2020, cuando la vieron por última vez.
La desaparición de Sandra Culli se ha convertido en uno de los casos más inquietantes vividos en los últimos años en España. Fue a pasar el día de Sant Esteve (festivo en Cataluña) en casa de su suegra. Después salió a dar una vuelta por el pueblo y no volvió nunca más a casa.
Se fue sin el móvil, así que fue imposible contactar con ella ni recurrir a la geolocalización. La buscaron en Barcelona, en Terrassa, en Manresa, ciudades en las que tenía algún tipo de conexión. Pero un año después, y a pesar de la intensa investigación, ni hay ni una sola pista fiable sobre su paradero.
Un grito de auxilio
El 26 de diciembre del año pasado, en plenas fiestas navideñas, Sandra fue a comer a casa de su suegra en Vilassar de Mar. Se trata de una localidad de 20.000 habitantes en la comarca barcelonesa del Maresme, en la costa catalana. Después de comer, a las cinco de la tarde, se fue a dar una vuelta sin el móvil.
Sobre la misma hora en la que desapareció, los vecinos escucharon el grito de auxilio de una mujer. Sus últimos movimientos fueron grabados por una cámara de seguridad en la calle Mont, en dirección al paseo marítimo. Son las únicas pistas con las que cuentan los investigadores, que sospechan de un hecho criminal.
Los allegados de Sandra la buscaron en su casa de Barcelona, en su ciudad de origen, Terrassa, y en Manresa, donde tenía pisos alquilados. No estaba en ninguno de esos lugares, ni había sacado dinero de sus cuentas bancarias. Desesperados, los familiares pusieron la denuncia pero no ha habido avances hasta el día de hoy.
'Todo es muy extraño'
Los Mossos d’Esquadra abrieron inmediatamente una investigación, aunque reconocen que “todo es muy extraño”. A fecha de hoy todas las hipótesis siguen abiertas, desde una fuga voluntaria, hasta un crimen o un suicido. Actualmente tiene 45 años, y en el momento de desaparecer llevaba un anorak, unas zapatillas negras y una mochila verde fluorescente.
En el transcurso de la compleja investigación han aparecido pistas esperanzadoras. Pero todo ha conducido a un callejón sin salida, y los Mossos confían en la colaboración ciudadana. SOSDesaparecidos recuerda que en estos casos, la información ciudadana puede ayudar a resolver la desaparición.
Durante los primeros días buscaron a Sandra por tierra, mar y aire. Un gran despliegue contó con el rastreo en helicóptero y una batida por playas y torrentes. La familia también difundió el caso por redes sociales, pero la desesperanza se apoderó de ellos a medida que pasaban los días sin rastro de la mujer.
No vieron nada raro
También intervino el cuerpo de montaña, los miembros del grupo canino y el operativo para distribuir las tareas y los sectores de investigación porque el lugar de donde se consideraba que habían provenido los gritos era una zona con pozos. No escatimaron recursos, aunque todo fue en vano.
Durante estos meses, la opción del suicidio ha ido ganando peso aunque no se descartan otras opciones. La familia no vio nada raro en su actitud el día que salió, y apuntan que era frecuente que saliera a pasear después de comer. Tampoco se produjo ninguna discusión que hiciera pensar en una acción desesperada.