El caso de Borja Lázaro, el joven vitoriano desaparecido hace más de 7 años en Colombia, esconde muchos interrogantes. Su familia lleva desde entonces trabajando para localizarlo, aunque con el tiempo han ido perdiendo la esperanza de encontrarlo con vida.
Lo último que se sabe de él es que estuvo en la localidad de Santa Marta, donde inmortalizo con su cámara el ritual de hueso. Se trata de una fiesta muy importante para la tribu indígena, y a la que no se entra si no es con invitación.
Borja vivió ahí uno de los momentos cumbre de su viaje, que tenía previsto durar medio año. Sin embargo, ahí fue también donde todo se acabó. Dejó de existir para su familia y amigos.
Ya nadie más volvió a tener noticias de él. Este ingeniero informático residió en Luxemburgo durante 7 años, pero llegado el momento decidió romper con todo y afrontar una nueva vida. Se tomó un tiempo de descanso que aprovechó para realizar un largo viaje.
Borja no tenía muy claro el plan, pero sí que había fijado una fecha de vuelta. Tenía previsto regresar a casa el día de su cumpleaños.
El 21 de mayo de 2014 iba a cumplir 35 años. Pero en el recuerdo de su madre solo mantiene el 6 de octubre de 2013.
Ese día se colgó la mochila y "se marchó muy feliz", despidiéndose de su familia en el hall de casa. El objetivo de aquel viaje que le llevaría a recorrer distintos lugares del mundo era desconectar, recargar pilas para volver a recuperar la ilusión.
En un primer momento se desplazó a México, conociendo distintas ciudades, para a continuación poner rumbo a Colombia. En La Guajira fue dónde estableció relación con los wayúus, esa tribu que le permitió participar en la celebración de los huesos. Pero eso también supuso el principio del fin.
Su madre Ana cuenta que Borja "les pidió permiso para hacer un reportaje y lo aceptaron, aunque no era lo normal". Se trataba de una tradición muy importante para ellos. "Después de 10 años, una persona que el fallecido deja asignada limpia sus huesos para hacer un enterramiento definitivo", le dijo.
Llegó a convivir con esta tribu un tiempo, hasta que llegó la Navidad. Sabía que no iban a aceptar a nadie en sus fiestas, pero les prometió que volvería. Tenía pendiente regresar para entregarles impresas las imágenes que retrató de aquel ritual.
Borja regresó a la tribu indígena
El periodo navideño lo disfrutó con unos amigos en Bogotá. Finalizadas las fiestas, Borja Lázaro retomó el viaje, pero quería cumplir con la promesa que le había hecho a los indígenas. El 6 de enero de 2014 contactó con su familia.
Les dijo que iría a darles las fotos prometidas, y que durante un tiempo no tendría cobertura. Trataba así de tranquilizarles en caso de que no tuvieran noticias de él. Fue su último mensaje.
En la posada en la que se hospedó encontraron su ropa, su cámara y un ordenador. Han transcurrido más de 7 años desde entonces y la desaparición de Borja continúa siendo un misterio.
A mediados de aquel mes de enero sus allegados decidieron denunciar la desaparición ante la Entzaintza. Desde aquel día trabajaron en la búsqueda junto con la policía de Colombia y su Grupo Antisecuestros y antiextorsión.
En la posada lo vieron por última vez en compañía de otros turistas en la madrugada del 8 de enero. "Después no hay más", cuenta Ana. Desde entonces no han podido avanzar en su localización.
Descartaron desde un primer momento la opción del secuestro. Pero no encontraron ni un solo hilo del que tirar. Algo que hace a la familia de Borja desesperarse.