El caso del fallecimiento de Augusto Clasise ha reabierto el debate sobre la salud mental en nuestro país.
El joven de origen argentino de tan solo 23 años de edad perdía la vida hace tres días en extrañas circunstancias. Una situación que ha llevado a su tía Susana a emprender acciones legales para tratar de esclarecer el suceso.
Según la versión oficial, el joven murió tras precipitarse contra un cristal ubicado en los pasillos del centro hospitalario donde permanecía ingresado desde hacía varios meses.
Augusto padecía problemas de bipolaridad y esquizofrenia. Dos enfermedades que estaban siendo tratadas por los especialistas del hospital Durán y Reynals del popular barrio de Bellvitge en Hospitalet de Llobregat.
"Él era bipolar y sufría de esquizofrenia. Era un chico estupendo y deportista, pero necesitaba estar centrado. Con mis padres en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) no era posible, pero había una esperanza", relata la tía del joven, Susana, en una entrevista realizada por El Cierre Digital.
El inexplicable fallecimiento de Augusto, un joven bipolar que sufría esquizofrenia
Augusto llevaba un tiempo pidiendo ayuda a gritos. Su enfermedad estaba descontrolada por culpa del consumo de drogas y su situación familiar complicaba su mejoría.
"En su caso, su vida en Buenos Aires y, ya después, con los abuelos en Hospitalet no ayudaba. Se iba mucho de casa por peleas y eso le llevó a drogas y cosas que no eran buenas y que le alejaron del mundo del deporte. Él era monitor de pádel", relata Susana al mismo periódico.
El joven vivía con sus abuelos en un barrio de Hospitalet, aunque las constantes peleas familiares lo llevaron a deambular continuamente por la calle. Tanto así que incluso durante el pasado mes de abril, Augusto se convirtió en el protagonista de una alerta en SoS Desaparecidos.
Durante varios días, el chico estuvo en paradero desconocido, pero finalmente fue hallado sin rumbo en una calle de Badalona.
Desde entonces, su tía Susana, que reside en Francia, estuvo intentando que su sobrino retomase el control de su vida. Un paso que, obviamente, tenía que dar con la ayuda médica de los especialistas en psiquiatría y psicología.
"Cuando se alteraba, se golpeaba contra las paredes, se autolesionaba. Eso lo sabían, evidentemente. En el hospital había dos zonas, para agudos y subagudos. Augusto estaba en ésta última", añade la mujer.
El joven acabó ingresando en la séptima planta del hospital Durán y Reynals. Un centro en el que no se sentía a gusto, pero donde supuestamente estaba recibiendo los mejores cuidados para tratar su patología.
"La doctora y el psicólogo conocían de sobra a Augusto y, la verdad, es que nunca le gustó estar en ese hospital. Todas las tardes las pasamos juntos de 15.30 a 18.30", asegura la tía del fallecido, que habitualmente lo acompañaba al exterior del hospital durante las visitas programadas.
El joven de 23 falleció en el hospital donde estaba ingresado desde hacía meses
El último día que vio a su sobrino con vida, Susana tenía el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir.
"La última tarde yo le notaba más inquieto que de costumbre y fue él mismo el que me pidió ir antes de tiempo al Durán y Reynals. La verdad es que me llamó la atención porque él nunca quería volver. Cuando lo dejé en el hospital me fui a tomar algo a una cafetería y tuve el presentimiento de que algo iba a pasar", relata la tía de Augusto en El Cierre Digital.
Consciente de que su sobrino estaba rodeado de profesionales, la tía de Augusto intentó no darle más vueltas al asunto. Aunque al día siguiente decidió llamar muy pronto al hospital para compartir su preocupación por la actitud del joven.
"Poco tiempo después me devuelven la llamada y me cuentan que está muerto, que corriendo se había lanzado contra uno de esos cristales irrompibles que hay. Entró en parada cardíaca", señala Susana sin comprender cómo el joven pudo haber acabado con su vida bajo la vigilancia de los sanitarios especializados.
Ante la trágica noticia, la tía de Augusto ha decidido emprender acciones legales contra el hospital y los responsables de la planta donde se encontraba ingresado su sobrino. Considera que el protocolo falló y que la muerte del joven pudo haberse evitado.
"La verdad es que como se trata la salud mental en España deja mucho que desear y lo que ha ocurrido con Augusto podría haberse evitado", reflexiona la mujer.