La desgracia se ha cebado con la familia Blanch, que en apenas diez años ha perdido de forma trágica a dos de sus miembros. Se trata de Arturo Blanch, fallecido en accidente de tráfico en 2012, y su hija Cristina. Este pasado fin de semana se conoció la muerte de esta joven a manos de su pareja.
Cristina es la víctima número 38 de la violencia de género en España este año. Su crimen, cometido el pasado viernes en Valencia, ha causado un gran dolor en su entorno. Sobre todo en su familia, que hace años tuvo que afrontar la inesperada pérdida del padre de familia en un siniestro.
Así se entrecruzan los trágicos destinos de Arturo y Cristina, padre e hija fallecidos antes de tiempo con años de diferencia. El padre tenía 55 años cuando perdió la vida, y su hija ha sido asesinada con solo 30. Dos golpes demasiado duros en tan poco tiempo.
La muerte de Arturo
El 9 de febrero de 2012, el empresario valenciano Arturo Blanch murió en un accidente de coche en Motilla de Palancar (Cuenca). El conocido hombre de negocios se dirigía a Madrid por temas de trabajo cuando tuvo lugar el siniestro. Viajaba solo en el coche y murió prácticamente en el acto.
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En el momento de fallecer, Arturo ostentaba la presidencia de la empresa familiar de inversiones Ad Infinitum. Además, era accionista de la agencia de comunicación y publicidad Mediterránea de Medios. Y también fue socio de la fundación de El Mundo en la Comunidad Valenciana.
Arturo se formó en la Universidad de Valencia, y en prestigiosos centros de Londres y de Francia. La ceremonia para despedir a Arturo se celebró en el tanatorio municipal de Valencia, y sus restos fueron incinerados. Casi diez años después, su hija Cristina ha sido asesinada de forma cruel por su pareja.
La hija que seguía sus pasos
Tras la muerte de Arturo, su hija Cristina había cogido las riendas como administradora de la empresa familiar junto a su madre. Su currículum deja claro que era una joven con una formación envidiable y un futuro brillante. Sabía inglés, francés y alemán, tenía estudios de música y era una empresaria ejemplar.
Cristina Blanch tenía un doble grado de Administración y Dirección de Empresas (ADE), y Derecho. También realizó dos másteres de alta dirección en Alemania y en Valencia. Compaginaba la gestión de la empresa familiar con su trabajo como especialista en promoción y asesoramiento empresarial.
Además de una persona brillante, que seguía la estela de su fallecido padre, era alguien que dejaba huella. Sus amigos y compañeros la recuerdan como una persona muy alegre, siempre feliz y contagiando optimismo. Las muestras de dolor se han sucedido estos días, entre el shock y la indignación.
La muerte de Cristina
El pasado viernes por la mañana, Alberto Luján, un abogado y profesor universitario, cayó herido en un patio interior de su casa. En un primer momento aseguró que quería robar en el restaurante contiguo. Pero 24 horas después descubrieron el cadáver de su novia en el interior del ático, y el asesino confesó.
Según los primeros datos de la investigación, Alberto propinó varias puñaladas a Cristina con dos cuchillos, uno de cortar el pan y otro cebollero. Luego intentó huir, pero fracasó en el intento. Ahora está en prisión provisional, acusado del brutal asesinato de su pareja.
Cristina y Alberto mantenían una relación desde hacía apenas tres meses, y a ojos de los demás parecían la pareja perfecta. Pero él estaba arruinado y podría tener problemas de adicción. Creen que ella lo descubrió y quiso poner punto y final, lo cual provocó que él sacar su lado oscuro y violento.