Primero fue Alicia, luego Florina y hace pocas semanas Olga. Tres asesinatos unidos por un mismo factor: todas aparecieron muertas en una acequia, cerca de Valencia, y habían sido estranguladas. La preocupación crece con la aparición de un nuevo cadáver, el de una mujer de 41 años hallada sin vida en Burriana.
El cuerpo de la mujer apareció ayer por la tarde en el paraje natural de El Clot, una zona de huertos situada cerca de Burriana, en la provincia de Castellón. En un primer momento no se apreciaban signos de violencia externa, y los investigadores lo atribuyeron a una posible muerte natural. Pero los forenses hallaron signos de estrangulamiento, y la autopsia ha confirmado que la mujer murió por asfixia.
Hace semanas que el pánico se ha apoderado de la Comunidad Valenciana ante la idea de que pueda haber un asesino en serie suelto. De momento no hay ningún indicio que pueda relacionar esta muerte con las otras tres, más allá de la zona geográfica y el mecanismo de ejecución. Sin embargo, el caso se suma a una serie de desapariciones y muertes extrañas que hacen sospechar a más de uno.
La Guardia Civil se ha desplazado hoy hasta el camino donde apareció el cadáver para encontrar cualquier pista que ayude a resolver el caso. Los agentes de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial se han hecho cargo de la investigación y tratan de esclarecer qué ocurrió. Por ahora, se desconoce el móvil del asesinato.
Aún no ha trascendido la identidad de la mujer hallada muerta ayer. La policía se centra ahora en el entorno más cercano de la víctima, para descubrir si tenía algún conflicto o si había alguien que quisiera hacerle daño. El objetivo es encontrar el móvil del crimen para estrechar el cerco sobre el asesino, pero de momento hay pocas pistas y están abiertas todas las hipótesis.
La policía es consciente del temor que existe en la zona ante la posibilidad de un asesino en serie. Pero insisten en que es demasiado pronto para establecer una conexión entre los casos, y piden no desatar el alarmismo. Según la Guardia Civil de Castellón, hablar de un asesino en serie más allá de que todos los casos fueron por estrangulamiento «es precipitado, alarmista y temerario».
Cuatro muertes similares en seis meses
Alicia Valera, una funcionaria de 45 años, apareció muerta en noviembre de 2020 a pocos metros de su casa, en una pedanía de Elche. El cuerpo fue hallado en una acequia, y la autopsia confirmó que había sido estrangulada hasta la muerte. El caso sigue sin resolver, aunque la policía sospecha que la víctima no tenía ninguna relación con el asesino y que fue escogida al azar por un hombre que la atacó por la espalda.
Poco después, a principio de enero de 2021, desapareció Florina Gogos, una joven rumana de 19 años que ejercía la prostitución en la carretera. Florina apareció estrangulada el 30 de enero, y había sido arrojada a una acequia en Silla, a pocos metros donde solía trabajar. Desde entonces la policía trabaja sobre la única pista que tiene, la imagen del último coche al que subió la joven y que aún no se ha podido identificar.
Este mismo mes de abril desapareció de repente Olga Pardo, una mujer de 43 años cuyo cadáver apareció tres días después en una acequia, en Massarrojos. Olga también fue estrangulada, y en este caso el Grupo de Homicidios de Valencia se centra en las últimas llamadas de la víctima y en unas supuestas amenazas que había recibido.
Un posible depredador
La policía está analizando los casos por separado y de momento no enfoca la investigación como una serie de asesinatos con un mismo autor. Hay algunos indicios que llevan a pensarlo, como el hecho de que todas las víctimas fueran arrojadas a una acequia o asfixiadas, pero faltan pruebas para conectar los cuatro casos y hasta entonces se consideran casos aislados.
De existir un asesino en serie, como temen muchos vecinos de la zona, se trataría de un depredador de mujeres que escoge a sus víctimas al azar, las estrangula y lanza su cuerpo en acequias cercanas. Los efectos del agua destruyen rápidamente las evidencias biológicas que puede haber en los cuerpos, como en el caso de Olga Pardo, cuyo cadáver estaba en mal estado por estar sumergido en el agua.
Al menos en dos de los casos, además, se ha confirmado que las víctimas no murieron en el lugar donde las encontraron, y que el asesino arrastró los cuerpos hacia la acequia. En ninguno de los casos se han hallado evidencias de agresión sexual, y por lo tanto, no se trataría de un violador. La policía sigue investigando para cerrar los casos cuanto antes y acabar con un temor que no deja de crecer en la Comunidad Valenciana.