A pesar de que desde que estalló la pandemia han primado las malas noticias y casi todo lo demás se ha relegado a un segundo plano, parece que todavía hay luz al final del túnel. Así ha quedado demostrado en el Hospital Gregorio Marañón, donde un paciente ha recibido un corazón el mismo día que ha nacido su primer hijo.
Una decisión difícil
Antonio Salvador, un hombre de 39 años, se encontraba a mediados de marzo con su mujer en la sala de dilatación de maternidad, con su primogénito a punto de llegar al mundo, cuando recibió una llamada que llevaba mucho tiempo esperando.
Sus cardiólogos contactaron con él para comunicarle que desde la Organización Nacional de Trasplante (ONT) les habían avisado sobre que había una donación compatible y que él sería el candidato que lo recibiría.
«Llamamos al paciente que estaba en el paritorio con su mujer, al principio se quedó impactado y tuvo sus dudas», ha relatado Eduardo Zatarain, médico adjunto del Servicio de Cardiología del hospital.
El primogénito de Antonio estaba a punto de nacer y él tenía que elegir entre verle nacer o pasar por el quirófano para recibir el corazón que tanto llevaba aguardando.
«Se nos juntaron dos momentos muy especiales que llevábamos tiempo esperando. Me costó unos minutos tomar la decisión porque implicaba perderme el nacimiento de mi primer hijo», ha señalado el reciente papá a 'Tu otro diario'. «Sin embargo, en menos de una hora me estaban preparando en el edificio de al lado para la intervención».
«Sus médicos sabíamos que estaban pendientes del parto, y todo coincidió, finalmente el paciente tomó la decisión correcta», ha destacado Eduardo Zatarain.
Antonio Salvador realizó una videollamada con su mujer en la que ambos se desearon suerte y entró en el quirófano antes de que su primogénito llegara al mundo, pero cuando se despertó tuvo una «doble satisfacción».
«Cada uno se enfrentó a su momento por separado, pero con la alegría de saber que todo iba a ir bien», ha señalado Ana, la madre del bebé. «Yo no podía creer que después de 10 años fuéramos a recibir lo más maravilloso de nuestra vida al mismo tiempo. Nuestro hijo Samuel vino con un corazón debajo del brazo para su padre».
«Antonio tomó la decisión correcta, ya que su corazón se estaba deteriorando progresivamente», ha destacado Eduardo Zatarain. «Ahora podrá llevar una vida relativamente normal, tendrá que tener cuidado el primer año con las infecciones y le iremos controlando el posible rechazo del órgano con fármacos de última generación».
«Estas situaciones no las estudiamos en los libros y todo el equipo multidisciplinar que trata a Antonio pasó momentos de nervios, pero saber que hemos prolongado su supervivencia y mejorado su calidad de vida lo compensa todo».
Más de una década esperando el trasplante
Antonio sufrió una parada cardíaca al salir del metro en el año 2002 y fue una enfermera del Hospital Gregorio Marañón quien le reanimó. Desde entonces él siempre ha dicho que tenía dos cumpleaños porque aquel día le «salvaron la vida». Y ahora se han sumado dos nuevas celebraciones. «Tras recibir el trasplante cardiaco y que ese mismo día naciera mi hijo, vamos a empezar a celebrar tres cumpleaños».
«Tenía una cardiopatía hipertrófica, una enfermedad hereditaria que produce un engrosamiento del miocardio y dificulta la salida de la sangre del corazón, lo que provoca que tenga que trabajar más para poder bombearla», ha explicado Manuel Ruiz Fernández, el médico que realizó el trasplante.
Muchas de las personas que sufren estas patologías terminan en insuficiencia cardiaca terminal y la única solución es el trasplante cardiaco, como ha sido el caso de Antonio.
El reciente papá llevaba más de una década esperando la llegada de un nuevo corazón para él y aunque ha tardado en llegar, lo ha hecho en una jornada muy especial.
Antonio ha empezado una nueva vida el mismo día que ha nacido su primogénito, y ahora su mayor ilusión es «salir del hospital para poder conocer en a su hijo y poder achucharle».
Además, ha agradecido enormemente el trabajo que han hecho los médicos «pese a seguir en medio de una pandemia» y al donante por su «enorme generosidad».