La oleada de asesinatos machistas en España ha puesto en tela de juicio el protocolo de protección de las mujeres víctimas de la violencia de género. El caso de Antonella Abigaíl Orihuela, la última mujer asesinada, así lo manifiesta. Pidió ayuda en varias ocasionas, pero no recibió el apoyo esperado.
Días antes de ser asesinada, los Mossos d'Esquadra estuvieron en su domicilio por una discusión. Una vez más, y a pesar de los antecedentes, no vieron indicios suficientes para actuar de oficio. Fue el 23 de julio, siete días antes de que su marido la matara y quemara su cuerpo en un descampado.
El entorno de la joven quiere hacer pública su historia para denunciar lo que consideran un abandono por parte de las autoridades. Cuentan que Antonella, madre de una niña de dos años llamada Esmeralda, pidió ayuda en varias ocasiones. Este es el relato de un asesinato que podría haberse evitado.
'Si no tengo marcas, no pueden hacer nada'
Antonella era una joven argentina residente en Terrassa (Barcelona) desde el año 2017. Había viajado a España en busca de un futuro mejor, y las cosas no le podían ir mejor. Pronto encontró un trabajo en nuestro país, y al cabo de unos meses, ella y su marido Adrián recibieron la noticia de su embarazo.
En 2019 nació su hija, a la que puso de nombre Esmeralda. Pero la cosa empezó a torcerse ya que la convivencia en casa era cada vez más irrespirable. El hombre culpaba a su pareja de un accidente doméstico en el que la pequeña había resultado herida, y los malos tratos fueron a más.
Adrián agredía y humillaba a Antonella, y desde hacía seis meses la situación había empeorado mucho. En ese momento, la joven tomó la decisión de denunciar a su pareja e iniciar un proceso de separación. Pero se topó con la lentitud de la burocracia y el silencio de las administraciones.
En abril registró una denuncia por violencia verbal contra su marido, e intentó denunciarlo en varias ocasiones. Su entorno cree que de haberse acelerado el proceso judicial, se podría haber evitado la tragedia. El juicio estaba previsto para octubre, pero la víctima fue asesinada a finales de julio.
Antonella puso en marcha un proceso de divorcio, pero su marido le amenazaba con quitarle la custodia de la niña. "Me han dicho que si no tengo marcas, si no tengo secuelas ni me amenaza de muerte, no pueden hacer nada", le explicó a una amiga. Como último recurso, acudió a una asociación feminista de Terrassa.
Una activista de la asociación Punt Lila la acompañó al hospital y a la comisaría. "Fuimos hasta cuatro veces y siempre nos decían lo mismo, que si las marcas no eran visibles no podían tramitar la denuncia", cuenta a El Caso. El informe médico apenas apreciaba secuelas físicas, y no se aceptó la denuncia.
La policía estuvo en su casa días antes
Tras cuatro intentos de denunciar a su marido por malos tratos, sus súplicas fueron escuchadas. La Guardia Urbana de Terrassa tramitó la denuncia aunque solo por violencia verbal. De hecho, pidió una orden de protección que fue rechazada y quedó desprotegida ante su maltratador.
En una ocasión, se encontró las maletas en la puerta y la cerradura de casa cambiada. Según el hermano de la víctima, "él argumentó ante los agentes que se le había olvidado darle la nueva llave, y lo increíble es que la policía se lo creyó". Una vez más, no advirtieron del peligro que corría la mujer.
Antonella durmió un par de días en casa de una activista de la asociación feminista, pero finalmente regresó a su hogar. Lo hizo para estar al lado de su hija y por el miedo a perder la custodia de la pequeña. Los abogados le recomendaron hacerlo, porque si no se consideraría abandono del hogar.
Así, la chica tuvo que convivir durante días con su agresor. Según una de sus mejores amigas, "le tenía que decir a todas horas dónde estaba y qué hacía". La convivencia se convirtió en un infierno para ella, y una semana antes de ser asesinada vivió el último episodio de malos tratos.
Los Mossos acudieron a su casa alertados por una fuerte discusión. Ya había antecedentes de malos tratos, pero no vieron razón para activar el protocolo. Fue la última petición de auxilio de una mujer que días después sería asesinada y quemada viva delante de su hija de dos años.
El brutal crimen de Antonella
El 30 de julio, Adrián mató a Antonella e hizo arder su cuerpo antes de quitarse la vida en presencia de su hija. La policía y los bomberos se encontraron los cadáveres tras declararse un incendio bajo el puente de la autopista C-16. En la parte trasera del vehículo estaba la pequeña Esmeralda.
Los investigadores creen que primero mató a su esposa y luego condujo de forma temeraria para intentar provocar un accidente. Finalmente tomó una decisión más drástica: quemar su cuerpo e intentar suicidarse. La pequeña quedó bajo la tutela de los servicios sociales de la Generalitat.
La familia de la víctima también ha pedido ayuda para la pequeña Esmeralda, que no tiene a ningún familiar en España y que además dio positivo por Covid. Es una consecuencia más de la lacra de la violencia machista en nuestro país, que ya alcanza cotas preocupantes.
Las víctimas de la violencia machista en España tienen a su disposición el teléfono 016, el WhatsApp 600 000 016, y el correo electrónico [email protected].