Este miércoles se celebró el octavo aniversario de la muerte de Asunta, una niña prodigio de 12 años. Pero también el primer cabo de año del fallecimiento por suicidio de su madre y verdugo.
Aquel 22 de septiembre de 2013, el corazón de España se encogió al conocer el hallazgo de un cuerpo sin vida de una niña. El cadáver de Asunta apareció tirado en una cuneta de una pista forestal en Teo, Santiago de Compostela.
La menor había sido adoptada por una familia pudiente de la provincia gallega. Sus padres, Alfonso Basterra y Rosario Porto, periodista y abogada respectivamente, eran dos personas muy conocidas. El caso saltó a los medios de comunicación rápidamente.
Desde un primer momento se supo que se trataba de un asesinato. Lo que no cabía en la cabeza de la sociedad era quiénes habían sido los ejecutores del crimen. El cuerpo de Asunta Basterra fue incinerado porque así lo quisieron sus padres, sus asesinos.
A la salida de la cremación del cadáver se produjo la detención de Rosario Porto como autora material de los hechos. Al día siguiente, Alfonso Basterra, padre de la niña asesinada también fue encarcelado por su implicación en el parricidio.
Los padres de Asunta defendieron su inocencia hasta el final
Los padres y parricidas de la menor de 12 años negaron desde el principio su autoría en el asesinato de Asunta Basterra. Pero las versiones que dieron a la policía sobre qué hicieron el día de los hechos eran contradictorias y cambiantes. Los investigadores comenzaron a sospechar sobre la inocencia de los padres adoptivos.
Una vez que se decretó la entrada en prisión de Alfonso Basterra y Rosario Porto, el periodista y la abogada siguieron negando ser los asesinos de su hija. De hecho, la madre de la menor publicaba cada aniversario de la muerte de Asunta una esquela en memoria de la pequeña.
Este miércoles se ha cumplido el primer año que Rosario Porto no ha escrito a su pequeña. La asesina se suicidó en la cárcel de Brieva (Ávila) el 19 de noviembre de 2020.
La gallega había intentado varias veces antes quitarse la vida. Las instituciones penitenciarias colocaron una presa de confianza para vigilar a la fallecida para impedir el fatídico desenlace.
Por su parte, Alfonso Basterra sigue cumpliendo su condena por el asesinato de su hija en la cárcel de Teixeiro, en La Coruña. El parricida continúa defendiendo su inocencia sin desvelar los secretos más oscuros de aquel trágico 22 de septiembre.
El próximo año, Alfonso Basterra podrá disfrutar de beneficios penitenciarios. Por aquel entonces ya habrá cumplido la mitad de los años en prisión decretados por la justicia.
La casa de Teo propiedad de la familia donde se produjeron los hechos sigue en venta después de 8 años. La maleza se ha apoderado de la residencia familiar, ya que no hay nadie que cuide de ella mientras su único dueño permanece en prisión.
Cómo murió Asunta Basterra Porto
Los padres de Asunta se habían hecho conocidos por sus respetados trabajos en la ciudad. Pero también en el resto de España tras visibilizar la adopción de Asunta, de origen Chino, en los medios de comunicación. La menor de origen asiático adoptada por una familia gallega fue pionera.
El juicio de los asesinos y padres de la pequeña de 12 años fue muy mediático. Desvelar las incógnitas que sobrevolaban sobre el caso era muy jugoso.
Asunta Basterra fue drogada durante el mes previo a su muerte con lorazepam. La medicación se la suministraban sus propios padres. Finalmente falleció por asfixia en el chalet de Alfonso y Rosario.
En primera instancia, Rosario Porto negó haber llevado a la niña a la residencia familiar. Sin embargo, las cámaras de vigilancia de la ciudad demostraron que la abogada mentía.
Los investigadores nunca pudieron demostrar fehacientemente cómo había llegado Alfonso Basterra hasta el escenario del crimen. Tampoco cómo y cuándo dejaron el cadáver de Asunta hasta el camino forestal.
La versión de los múltiples testigos y algunas pruebas halladas por los investigadores pusieron de manifiesto la autoría del asesinato de Alfonso Basterra y Rosario Porto.
Los padres de Asunta, asesinada en Santiago de Compostela, fueron condenados a 18 años de prisión. Rosario no llegó a cumplir la mitad de la condena.