Ángel A. y Sergio R. tenían 51 y 19 años respectivamente, todo el mundo conocí al primero como 'el Baila', y al segundo se le acomodó el mote del 'el Bola'. Ambos pertenecían a La Línea de la Concepción, un lugar que en resulta habitual tenerlo en la boca cuando se habla del mundo del narcotráfico. Ambos amigos fallecieron el pasado lunes y, por el momento, no se han podido esclarecer las causas que determinen el fatal desenlace. Lo peor de todo ello es que los esfuerzos de los Cuerpos de Seguridad de Estado se verán trabados porque se trata de una localidad donde el silencio es lo cotidiano y hablar de estas cosas se paga muy caro.
Según ha podido saber el diario 'El Español' es posible que la embarcación donde viajaban ambos compañeros terminara por venirse abajo a causa del temporal, y que los dos hombres murieran ahogados. Esta es una de las hipótesis que se baraja, pero no se conoce a ciencia cierta si podría ser resolutiva. La realidad es que ambos hombres realizaban tareas de 'petaqueo', vamos, que se dedicaban a suministrar combustible a otras embarcaciones en petacas de más de 25 litros en aguas del Estrecho.
El siguiente paso que tomará policía si esta línea de investigación cobra fuerza es la de llegar a las personas que recibían ese derivado del petróleo, y sobre todo, a qué clan pertenecen. El trabajo de petaquero supone pasarse alrededor de cinco a seis horas en una embarcación yendo a unas coordenadas previamente pactadas con una lancha. Según ha podido saber el mismo medio, el salario por esta actividad es de 12.000 euros por 80 petacas y 15.000 por alrededor de 100.
La tensión en torno a la muerte de los dos amigos
A causa del fallecimiento de estas dos personas se produjo una ola de disturbios en La Línea, que finalizó el pasado lunes y que tenía como protagonistas a más de 300 personas. En sus protestas reclamaban la dejadez policial a la hora de tratar de salvar a los dos hombres, de hecho, este tipo de actos entre fuerzas de la ley y ciudadanía tienda a ser una desgraciada cotidianeidad en esta zona.
Los ciudadanos apedrearon algunos vehículos policiales que se acercaron a las inmediaciones del puerto de La Atunara, misma localización donde se llevó a los cadáveres. Entre los daños ocasionados se contabilizan lunas rotas de los coches policiales, pero este fue el menor de los problemas que pudo ocurrir porque incluso se efectuaron disparos al aire para dispersar a la mayoría de gente que se había agolpado en la delimitación portuaria.
Una reacción que se extendió a toda la ciudad
Las personas que iniciaron los actos violentos llegaron a quemar 24 contenedores, provocaron el incendio de numerosos vehículos, cortaron carreteras y llegaron a incendiar un inmueble municipal. Todo ello en una masa que contaba con familiares de los individuos que perdieron la vida. Según ha comunicado la Policía Nacional estos disturbios se centraron en los barrios de San Bernardo y La Atunara. Aunque no se han realizado detenciones por el momento, sí se esperan en las próximas jornadas.
«Nuestra más enérgica condena ante estos altercados irracionales y dolosos» publicaba la Asociación Unificada de Guardias Civiles. Y es que el escenario que se planteó en La Línea fue completamente bélico. De hecho, en su publicación vuelven a reclamar al Gobierno que tome cartas en el asunto y de primera mano para que «se dote, de una vez por todas, de los medios materiales y humanos necesarios para la lucha contra el narcotráfico».
Según incluyen los informes policiales, la llamada de auxilio se produjo a las 13:50 horas del lunes, hasta la localización se desplazaron efectivos de la Guardia Civil. Tras rescatar a ambos varones y después de «30 minutos de reanimación cardiopulmonar, los servicios sanitarios certificaron su fallecimiento». De esta manera las fuerzas del orden aclaran el hecho de que hicieron todo lo posible para salvarle la vida a los dos amigos.