El tiroteo perpetrado el pasado martes por el joven de 18 años Salvador Ramos en la Escuela Primaria Robb de Uvalde (Texas) que ocasionó las muertes de 19 niños y dos profesoras ya es considerado como el más mortífero de la década en Estados Unidos.
Una familia hispana residente en esta localidad llora la pérdida de cuatro menores, tres niñas y un niño, que fallecieron en la masacre. Además, una quinta niña fue herida en el tiroteo y tuvo que ser operada de urgencia.
Ana Aguilar, la madre de los cuatro niños, ha contado al canal Telemundo 51 lo que esta gran tragedia ha supuesto para toda la familia.
"¿Cómo vamos a sobrevivir sin esos pequeños que ya no están entre nosotros?", se lamentaba la mujer delante de las cámaras, visiblemente afectada.
Asegura no comprender cómo se lo hizo el atacante para entrar en las aulas y disparar a los niños. "¿Cómo entró él al edificio? ¿Cómo entro al cuarto? ¿Por qué? Si eran ángeles...".
Los tiroteos masivos, en alza
El joven atacante había adquirido un fusil AR-15 y más de 300 municiones tan solo cumplir los 18 años. Se trata de un fusil de asalto militar extremadamente letal y concebido para matar a un gran número de personas en tiempo récord.
El Violence Policy Center, un centro de estudios especializado, declaró que "no existe diferencia importante entre estos fusiles y armas militares".
Y es que comprar un arma de estas mismas características es algo frecuente y posible en un país como Estados Unidos. Los antecedentes penales o psiquiátricos no son tenidos en cuenta para la compra de un arma en el país, ni tan solo es necesario contar con una licencia especifica de uso.
En Estados Unidos cualquier persona mayor de edad puede adquirir un arma larga, como una escopeta o un rifle, mientras que a los 21 ya se pueden comprar armas de fuego cortas o de mano.
El país lleva décadas sufriendo tiroteos de estas características, y son recurrentes en escuelas e institutos. Tan solo en 2022 se han contabilizado 144 tiroteos masivos.
Un error policial
Hasta 21 personas perdieron la vida en el tiroteo perpetrado por Salvador Ramos el pasado martes en Texas. El atacante entró fuertemente armado en la Escuela Primaria Robb y disparó a bocajarro.
Una veintena de policías estuvieron esperando al joven fuera de una aula durante 40 minutos. Ahora, el director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Steven McCraw, admite que fue un error. "Fue la decisión equivocada. Punto".
Una demora en la respuesta que se dio porque pensaron que "ningún niño estaba en riesgo" por el momento y que había tiempo suficiente para obtener las llaves del aula del conserje de la escuela.
McCraw dijo a los periodistas que había suficientes agentes dentro de la escuela y que no se requería del protocolo de tirador activo. "En retrospectiva, donde estoy sentado ahora, por supuesto que no fue la decisión correcta", ha lamentado.