Alfonso Rodríguez Torres había conseguido salir adelante con su mujer, Carmen, a pesar de los golpes de la vida. Con el sudor de su frente sacó adelante a sus cuatro hijos, uno de los cuales falleció, y se encargaba también de dos nietos y de su madre. Este miércoles murió a los 60 años a causa de un infarto.
Su fallecimiento ha causado una gran desolación en el entorno, que recuerdan cómo este pontevedrés había luchado para salir adelante. “Se nos va un cachito de pan”, asegura su vecina en La Voz de Galicia. El barrio de Monte Porreiro en Pontevedra está consternado por la trágica muerte de este esforzado padre.
Su cuerpo ha sido velado en el tanatorio de Albia, y esta tarde partirá la comitiva fúnebre para darle el último adiós. La iglesia del Buen Pastor acogerá su funeral, y luego será incinerado en la intimidad familiar. Con él se va un trabajador ejemplar y un padre de familia comprometido con los suyos.
Murió en el lugar de trabajo
Todos en el barrio tienen palabras de elogio para Alfonso, y recuerdan su gran capacidad de esfuerzo y sacrificio. Junto a su mujer Carmen Sobral tuvieron que sobreponerse al duro trance de perder a un hijo. A pesar de las dificultades salieron adelante justo con el resto de la familia, entre ellos hijos, nietos y la madre de Alfonso.
Por eso en el barrio le conocían como el padre coraje, un hombre muy trabajador y además comprometido con su entorno. Dicen que era de los que afrontaba los problemas sin quejarse, siempre con un gran espíritu constructivo y una sonrisa. Sin embargo, el destino quiso que muriera precisamente en su puesto de trabajo.
Alfonso trabajaba en una empresa de hormigones conduciendo un camión. El miércoles, después de comer en el lugar donde operaba como era habitual, sufrió una indisposición que le produjo la muerte. Un infarto, una muerte repentina que le llegó antes de hora, así es como murió el padre coraje querido por todos.
Compromiso con el barrio
Además de su trabajo, Alfonso era una persona muy comprometida con los problemas del barrio en el que vivía desde hace décadas. Formaba parte de una plataforma vecinal que luchaba contra el olvido de las instituciones hacia Monte Porreiro. Desde ella peleaban también contra el plan de colocación de los composteros.
Desde 2019 integraba también la comisión de fiestas del Buen Pastor, uno de los eventos más esperados del año en el barrio. El día antes de morir, el martes, se había reunido con sus compañeros para iniciar la recaudación de dinero para costear los festejos. Está previsto que se celebren en mayo, pero sin Alfonso no será lo mismo.
Según explican sus compañeros, Alfonso siempre se encargaba de alegrar el día cuando alguien estaba triste. Era de esas personas que contagiaba a los demás con su estado de ánimo, y sin él las fiestas perderán mucho de su espíritu. “Cada vez que caíamos con algún proyecto, él nos animaba a salir adelante”, añaden.
Miembro de la cofradía de Semana Santa
Alfonso también era muy conocido en la ciudad de Pontevedra, donde él y sus familiares formaban parte de la cofradía de Semana Santa.
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Su muerte también ha sido un golpe muy duro para esta entidad, vinculada a la iglesia de Campolongo. Sienten que con la muerte de Alfonso pierden a uno de sus activos más especiales.
Alfonso, uno de los líderes vecinales más comprometidos con el barrio, muere precisamente en pleno proceso de renovación. El proyecto de rehabilitación tiene como objetivo mejorar los espacios, el estado de las viviendas y edificios, los servicios y la convivencia.