Es de sobra conocido que los violadores y los pedófilos suelen pagar un alto precio una vez que ingresan en la cárcel. En la ley de la cárcel, estos son los seres más despreciables con los que hay que saldar cuentas. Muchos de ellos acaban muertos, a veces de la forma más salvaje.
Es lo que ha sucedido en una cárcel de Peco, en la localidad brasileña de Cruzeiro do Oeste. Álex Sandro de Souza, un reo de 30 años que cumplía condena por violar a su hijastra de 5, ha sido brutalmente asesinado. Le cortaron el pene, se lo pusieron en la boca, y le arrancaron el corazón.
El ataque fue perpetrado por tres presos de entre 22 y 30 años, de la misma cárcel. Uno de ellos acabó con la vida de Álex clavándole un cepillo de dientes en el cuello repetidas veces. Una vez muerto, los otros dos le cortaron el miembro y se lo pusieron en la boca a modo de humillación.
En un último acto de menosprecio le arrancaron el corazón y lo tiraron a una papelera. Luego limpiaron la celda, dejaron el cadáver con el pene en la boca y abandonaron el arma homicida al lado. Así lo encontraron los funcionarios, que presos del horror dieron cuenta del crimen a la policía.
Los agentes abrieron una investigación por el asesinato de Álex, con el interrogatorio de varios presos. Uno de ellos confesó que había cometido el crimen “porque tenía que hacer caso a las voces de su cabeza”. Así pudieron esclarecer la cronología de los hechos.
Según han podido conocer, uno de los detenidos asestó el primer golpe en el cuello de la víctima provocándole una hemorragia. Tras constatar que había fallecido, lo acostaron en la cama y le extrajeron el pene y el corazón. “El preso escuchó voces que le decían cómo proceder y donde cortar”, informan.
Otro pedófilo asesinado por su compañero de celda
Otro macabro caso sucedió hace poco en un correccional de Washington. Según se dio a conocer, el 12 de agosto un hombre apuñaló a su compañero de celda por haber violado a su hermana pequeña. El asesino, llamado Shane Goldsby, fue condenado a una pena extra de 25 años de cárcel.
Este hombre ya estaba cumpliendo condena tras una persecución policial en 2017. Hace poco lo pusieron en la misma celda que Robert Mungen, un hombre condenado a 43 años por abusos sexuales. El reo se mostró profundamente disgustado por tener que compartir espacio con este pedófilo de 70 años.
Además, el anciano se jactaba de sus actos y entre sus víctimas estaba la hermana pequeña de Goldsby. Este decidió tomarse la justicia por su mano, y le golpeó por la espalda dejándole inconsciente. La víctima acabó muriendo tres días después debido a las heridas.
Antes del ataque, Munger se había jactado de sus fechorías y eso había llevado al límite a su compañero de celda. Aun así, Goldsby pidió perdón a su familia durante el juicio en el que le aumentaron la condena. "Espero que puedan recuperarse del daño que les he causado", dijo emocionado.
Según dijo, su intención nunca fue matarle ya que habría preferido verle tras las rejas el resto de su vida. El centro correccional también fue duramente criticado por haber puesto en una misma celda a los dos delincuentes. Goldsby había pedido un traslado antes del crimen, pero no se lo concedieron.
La ley de la cárcel: un código sin piedad
En la ley rige un código no escrito pero que todos conocen a la perfección. Violadores, pederastas, asesinos de niñas y mujeres, maltratadores y chivatos son los objetivos favoritos del resto de reos. Los presos más violentos y los veteranos se encargan de pasar cuentas con estos delincuentes.
En la particular jerarquía de la cárcel mandan los 'kie' (jefes), que tienen a sus órdenes un fiel ejército de 'machacas' (seguidores). Ellos señalan al 'ful' (víctima) al que deben asestar la implacable venganza con el 'jandrón' (cuchillo hecho con los muelles del somier). Así se ejecuta la ley de la cárcel.
Los presos señalados suelen recibir la protección de los funcionarios, y en los casos más extremos, pueden solicitar el aislamiento o el traslado. Pero esos mecanismos no siempre funcionan, y entonces quedan a expensas del resto de presos. De vez en cuando, estos logran cumplir con sus amenazas.
Un ejemplo de lo implacable que resulta la ley de la cárcel es la amenaza proferida contra los asesinos de Marta del Castillo. En 2009, el 'kie' Dieguito 'El Malo' sentenció a los criminales y les dio un ultimatim: 'Entregad inmediatamente el cuerpo de Marta, o no podréis soportar lo que os espera en la cárcel'.
Los 7 mandamientos de la cárcel
José Antonio Rodríguez Vega, conocido como 'El Mataviejas', probó en sus propias carnes la dureza de la ley carcelaria. Su fama de chivato le costó la vida y murió cosido a puñaladas. Así funciona este peculiar código que contiene unos mandamientos sagrados:
- No hay piedad para los chivatos
- Siempre hay que pagar las deudas
- La mujeres son sagradas y los violadores, los seres más despreciables
- Los niños también son sagrados
- Los presos con más años suelen perpetrar los actos de venganza
- Respeto a la jerarquía y a las órdenes de los 'kie'
- Dentro de la jerarquía destaca el 'gallo', un preso con un historial intachable