Sillas recogidas en la terraza de un bar

Los dueños de un bar español, atemorizados: 'Pensamos que perdíamos a la niña'

La propietaria está embarazada de siete meses, pero los individuos no tuvieron compasión

Nadie podía creer lo que había ocurrido en el bar. Hablamos del La Leche, uno de esos locales de toda la vida, de pueblo, familiares, casi siempre agradables. La Leche es un bar de la localidad de O Milladoiro, en Ames, cerca de Santiago de Compostela (Galicia). Sus propietarios han pagado la crueldad de algunos clientes, enfurecidos por las restricciones contra el coronavirus, en especial, la que afecta a los horarios de apertura de la hostelería.

Un grupo de personas agredieron a los dueños del local porque se negaron a servirles pasadas las 21:00 horas de la noche, hora en la que precisamente deben de cerrar los locales de hostelería en Galicia como medida anticovid. Fue tal la violencia de los individuos, que la familia tuvo que acudir a Urgencias en el hospital. Y hablamos de familia, además, porque la mujer está embarazada de siete meses.

A él, el propietario, le propinaron un golpe en la cabeza. Y a ella, la tiraron al suelo, con el riesgo que esto supone en su estado. Por suerte, la brutalidad de los agresores podría no quedar impune gracias a la grabación de una vecina, que consiguió imágenes del momento. La mujer pudo captar con su cámara la pelea y el vídeo, publicado en la cuenta de Twitter @soycamarero, ya recorre sin cesar las redes, consiguiendo la denuncia y repercusión mediática que debe tener para que se tomen medidas y nadie tenga que pasar por lo que han pasado los gerentes del La Leche, que han temido incluso por la vida de su bebé.

«Temimos mucho. Llegamos a pensar que podíamos perder a la niña»

Los por desgracia protagonistas de la historia han hablado para el 'Huffington Post' y está claro, por sus palabras, lo duros que fueron los hechos. «Nunca nos había pasado algo así», asegura la responsable del establecimiento donde ha tenido lugar la agresión. La mujer da detalles, además, de aquellos que la agredieron: se trata de cinco hombres y una mujer.

Por lo visto, según explica la propietaria al medio citado, estas seis personas habían estado aproximadamente una hora y media antes en el bar. A las 21:00 horas, relata, «vinieron de repente, fue una locura total». También por suerte de los dueños, no estaban solos en el local. Una amiga de la pareja que estaba en el bar, se pregunta qué hubiera ocurrido si no hubieran estado allí. De hecho, ella también recibió: tiene heridas en los brazos de los cristales de la puerta, que reventaron para entrar mientras ellos hacían fuerza para evitarlo.

Estos amigos, según explican, habían quedado para cenar con los propietarios, a puerta cerrada. Y se quedaron también esta noche del viernes, por miedo a que los agresores vuelvan. Explican que esa noche, lo único que los dueños dijeron a los agresores fue: «Ya está cerrado, no podemos atenderles». Pero querían su bebida fuera como fuera y, tras un «la vamos a liar bien fea», empezaron los golpes que mandarían a la pareja directa al hospital.

Los afectados están muy preocupados, no tanto por el daño material causado, que no es poco, ya que los agresores intentaron destrozar todo, sino por su salud. «Me preocupa más la salud mía y la de él, lo demás son cosas materiales que se pueden recuperar», recuerda ella, añadiendo que pasaron verdadero miedo, en especial por el embarazo: «Temimos mucho. Llegamos a pensar que podíamos perder a la niña».

Ahora solo esperan que, gracias a las imágenes que captó la vecina, los agresores puedan ser identificados y paguen por lo que hicieron. «Además es que tienen un supermercado aquí al lado y, si querían comprar bebida, hasta podían ir al 24 horas», añade la responsable de La Leche, aún sin poder creer cómo pudieron reaccionar esas personas de esa forma contra ellos, cuando simplemente cumplían con la normativa sanitaria, como debe de hacer todo el mundo para acabar con la pandemia.

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El relato es crudo y la realidad también. La realidad no es otra que el bar La Leche es el sustento de la familia, por lo que tras lo ocurrido, al día siguiente, los dueños tenían que abrir el local y seguir trabajando como siempre. «Hay que hacer dinero», dice la mujer al medio citado. Ellos, como tantos otros hosteleros, luchan por sobrevivir en un contexto más que complicado para el sector, duramente azotado por la pandemia y sus restricciones.

«La gente está molesta, está estresada por los horarios, quieren seguir la fiesta», dice la propietaria agredida. Pero tiene claro que este no pueden ser el único motivo de la agresión. Ahora solo les queda seguir trabajando cada día con menos miedo y esperar que los autores de la vergonzosa agresión sean identificados.