La búsqueda de un estudiante de 21 años, Pablo Sierra, en Badajoz, ha eclipsado el caso de otro joven desaparecido. Se trata de Adrián Alonso, el joven de 32 años que el pasado 2 de diciembre salió a tomar algo con un amigo en Torrejón de Ardoz y no volvió a casa. Junto con él iba su perro, ‘Goku’, del que tampoco saben nada.
Cientos de voluntarios llevan toda la semana rastreando el municipio madrileño donde fue visto por última vez. Allí se vio con un amigo a la salida del trabajo, pero nunca volvió a su casa. Su desaparición es todo un misterio porque tampoco encuentran a su perro, ni el coche con el que iba.
Adrián Alonso, vecino de Loeches (Madrid), es de complexión fuerte, lleva barba y tiene el pelo castaño y los ojos marrones. Su perro es de raza American Staffordshire, y su coche un Opel Granland con matrícula 4802-KVZ. La investigación sigue abierta, y de momento, todas las hipótesis están encima de la mesa.
Tenía una vida muy ordenada
Luis Miguel, el padre de Adrián, cuenta en Caso Abierto que su hijo tiene “una vida muy tranquila”. “Saca el perro por la mañana, va a trabajar, viene a casa a comer aunque se independizó hace un par de años”, cuenta. El joven llevaba una vida tan ordenada, que en su casa les cuesta creer que se haya ido voluntariamente.
Pero la verdad es que no se sabe nada de él, ni de su todoterreno, ni de su perro, desde la madrugada del 2 de diciembre. Los investigadores lo buscan en Madrid, pero tampoco descartan que esté fuera. Su familia le busca sin descanso, con la esperanza de que la pesadilla acabe pronto.
Según asegura su padre, “no era frecuente que saliera de marcha ni por la noche”. Una rutina que rompió el miércoles de la semana pasada, cuando salió a tomar algo con un compañero de trabajo. Su puesto de trabajo está en Loeches, pero decidieron ir a un local de ocio nocturno en Torrejón.
Su padre investiga por su cuenta
Al día siguiente, su amigo acudió a su trabajo en la empresa de plataformas elevadoras de camiones. De hecho fue el propio Adrián quien le llevó, pero este se marchó y no apareció más. Aquel día fue a comer a casa de sus padres, y quedaron en verse por la noche para ver el partido del Real Madrid, pero no acudió.
Las alarmas saltaron al día siguiente, cuando sus padres vieron que no respondía a los mensajes. “No vino a comer y no avisó como hacía siempre, le llamábamos pero no cogía el teléfono, fuimos a la empresa y nos dijeron que no había ido a trabajar”, explica Luis Miguel. Ahí empezaron a entender que algo raro estaba pasando.
Intentaron hablar con su compañero de trabajo, pero había algo extraño en él: “divagaba mucho, no se acordaba de dónde estaba el bar”. Luis Miguel puso en marcha su propia investigación interrogando, cruzando datos, rastreando, estudiando la cronología. Gracias a sus conocimientos informáticos, ha podido reconstruir sus últimos pasos.
Cronología de los hechos
Según Luis Miguel, “volvió al trabajo, le dijo al jefe que se llevaba al perro porque había tenido algún problema con los vecinos. A las 20:00 horas salieron y decidieron ir a tomar algo. Se alarga hasta las 01:00 horas, se van a un local en Torrejón y ahí ocurre algo”.
Ahí es donde, según el padre, empieza a haber cosas extrañas. Saben que Adrián intentó contactar con una chica que trabajaba en el local, pero no saben quién es. “El amigo sale del local y se mete en el coche, donde está el perro, compra comida en una gasolinera, y se queda durmiendo en el coche hasta que sale Adrián, a las seis.
Según la cronología, a las 06:40 horas deja a su compañero en el trabajo pero él no entra y sigue su camino. Entonces hace movimientos raros, como varias paradas en Villaverde, Coslada, para volver a Torrejón de Ardoz. Y allí se le pierde la pista.
Hay cosas extrañas
Aún hay más: “He podido saber que en lugar de ir a casa, fue a un cajero de Loeches y sacó dinero. De ahí salió en dirección a Villaverde, luego fue a Coslada. De Loeches hasta Coslada pasaron trece horas, desde las 19:00 hasta las 20:15 horas del 2 de diciembre.
En Coslada hizo una última operación bancaria, tal y como confirman las cámaras de seguridad. “Estaba solo, no se le veía especialmente presionada, estaba bien”, afirma su padre. De ahí se fue a Loeches, y después a Torrejón, donde le pierden el rastro.
La Guardia Civil corrobora los datos de la investigación realizada por el padre. Al parecer, el joven estaba un poco agobiado porque se administraba mal, y empezó a perder dinero. Por eso, la principal hipótesis de Luis Miguel es que podría haberle pedido dinero a alguien que no debía, y “por eso ha desaparecido”.
La principal hipótesis
El joven pasaba por un momento de depresión debido a las deudas. Pero en su casa le recuerdan como “familiar, cariñoso, bromista”. Si las sospechas de su padre son ciertas, todo empezaría a tomar cierto sentido, sobre todo las paradas para sacar dinero en los cajeros automáticos.
Una posibilidad plausible es que Adrián debiera dinero a algún prestamista peligroso, y que aquella noche se encontrara con alguien en el local. Quizás después, por la mañana, quiso devolver parte de la deuda y por eso sacó dinero de los cajeros. Pero el supuesto usurero no se quedó satisfecho, y se lo hizo pagar.
De momento, todo son elucubraciones y el caso sigue en manos de los investigadores. Hay que resolver varias incógnitas, como el papel que jugó su amigo o si la chica con la que habló aquella noche tiene algo que ver. Por si acaso, su padre hace un llamamiento: “Si lo ven, o saben algo, no duden en contactar con la Guardia Civil”.