Un desafortunado accidente ha acabado con la vida de 28 trabajadores de un taller clandestino de Tánger, Marruecos. La fábrica, en la que trabajaban 40 personas, quedó inundada por las lluvias torrenciales que cayeron la madrugada del lunes. Muchos de ellos fueron víctimas de una descarga eléctrica que resultó fatal.
El taller de confección clandestino está ubicado en el sótano de una casa residencial. La lluvia provocó graves inundaciones en los barrios bajos de Tánger y, al parecer, dejó los sótanos de esta nave completamente negados, lo que provocó la descarga eléctrica.
Al menos 28 personas murieron, 17 de ellas mujeres, y hubo una decena de heridos que fueron socorridos por los servicios de emergencia. Hasta el lugar de los hechos, en el barrio de Branes II, cerca del centro, se desplazaron las autoridades policiales, que han abierto una investigación para aclarar las causas del accidente.
Las autoridades barajan dos hipótesis. Una primera plantea que los obreros resultaron electrocutados por una vía de agua que entró en el taller, una tromba de agua que habría provocado un cortocircuito que fulminó a los trabajadores. La otra contempla la posibilidad de que murieran ahogados a causa de la inundación del sótano donde estaba instalado el taller ilegal.
Con más de 190.000 puestos de trabajo, el sector textil sigue siendo el sector que más empleo crea en Marruecos. Pero muchos negocios que concentraban una gran cantidad de obreros en espacios pequeños han tenido que adaptarse a las nuevas medidas de distancia social para evitar contagios de coronavirus. Esto ha encarecido la producción, y la baja demanda de pedidos ha llevado a muchos empresarios a cerrar.
Tánger, motor económico del país
El motor económico del país es, precisamente, Tánger, una ciudad que en la última década ha vivido un crecimiento explosivo y se ha convertido en la segunda potencia económica por detrás de Casablanca. Entre las obras faraónicas impulsadas por el rey Mohamed VI está el puerto de Tánger Med, que ha creado miles de puestos de trabajo gracias a la instalación de primeras marcas mundiales como Renault y Peugeot-Citröen.
En paralelo, el paseo marítimo se ha transformado en una zona turística de lujo con decenas de hoteles cinco estrellas. Esa Tánger boyante contrasta con la gran masa de población que sigue viviendo de forma precaria, muchos de ellos emigrantes del interior del país que emigran a la gran urbe en búsqueda de mejores perspectivas.
Vida precaria entorno a Ceuta y Melilla
Buena parte de estos emigrantes proceden de los pueblos cercanos a Ceuta, como Fnideq y Tetuán, condenados a la crisis desatada por la pandemia y la lucha contra el contrabando que ha acabado con su principal forma de vida.
Sin ir más lejos, el pasado viernes decenas de vecinos de Fnideq salieron a manifestarse por las políticas que ahogan la economía de esos lugares. La protesta fue reprimida por la policía de forma violenta, mientras las fronteras con Ceuta y Melilla siguen cerradas a causa de la pandemia y el gobierno marroquí se niega a ofrecer una alternativa para esa cantidad ingente de personas que hasta ahora vivían del contrabando.
Trampas mortales para los trabajadores
La gran esperanza de estas personas es Tánger, la nueva joya marroquí, aunque aún es incapaz de absorber toda esa demanda de trabajo. Mientras tanto, en el castigado sector del téxtil, muchas fábricas tratan de sobrevivir en forma de talleres clandestinos que concentran grandes cantidades de trabajadores en poco espacio.
El taller en el que se desencadenó la tragedia es una buena representación de estos lugares insalubres y con instalaciones precarias que se acaban convirtiendo en trampas mortales para sus trabajadores. Las autoridades mantienen activa la investigación para esclarecer el origen de los hechos y no descartan que queden más obreros atrapados en el edificio.