El caso Rocío Carrasco ha puesto en el centro de la actualidad muchas cosas sobre la violencia de género que no conocemos. Una de ellas es la alienación parental, un polémico síndrome que según los psicólogos y psiquiatras no existe, pero que se sigue utilizando como definición de un tipo de malos tratos en la pareja.
Rocío Carrasco ha roto su silencio y una de las cosas que ha contado en el documental es que su ex marido, Antonio David Flores, puso a sus hijos en su contra. Quería romper así con el mito de «la mala madre» que todos estos años ha acompañado la figura de Rocío, y que los agresores suelen utilizar para deshumanizar a la víctima y justificar los malos tratos.
Tras el documental, muchos espectadores aseguraron que el de Rocío Carrasco es un caso de Síndrome de Alienación Parental (SAP). Y el término ha empezado a correr como la pólvora. Sin embargo, los expertos aseguran que Rocío no ha podido sufrir este síndrome porque, sencillamente, no está reconocido por la ciencia. No existe.
Después del documental, la diputada de Vox, Rocío Monasterio, dijo que el de Rocío Carrasco es un claro caso de Síndrome de Alienación Parental «que sufren miles de niños, unos víctima del padre, otros de la madre». Acto seguido, la delegada del Gobierno para la violencia de género, Victoria Rossell, respondió: «Esto es falso, las víctima sufren violencia, aislamiento, pero lo que no existe es el SAP, nicho de negocio ultraconservador contra las mujeres». ¿Qué hay detrás de toda esta polémica?
El SAP, un trastorno cuestionado
El SAP es un trastorno descrito por el psiquiatra infantil Richard Garner en los años ochenta para definir el rechazo que siente un hijo hacia su madre o padre debido a la manipulación que sufre por parte del otro cónyuge. Es decir, cuando un cónyuge pone a los hijos en contra de su pareja como forma de maltrato psicológico o para conseguir la custodia.
El concepto parece tener su lógica, porque a menudo los hijos son utilizados como forma de presión o maltrato en el ámbito de la pareja. Pero la ciencia no lo ha aceptado, y la mayoría de los expertos lo consideran una construcción social misógina utilizada a menudo en procesos judiciales para retirar la custodia de los menores a las madres.
En este tipo de conductas hay dos afectados. Uno, el niño, lo vive como un conflicto dentro de su propia persona, porque no sabe a quién creer. El otro, el progenitor que es víctima de esta violencia, siente culpa e inseguridad porque socialmente está extendida la creen de que si tu hijo no quiere estar contigo es que eres mal padre o mala madre. Muchas de estas personas se alejan voluntariamente de sus hijos con la esperanza de que, al hacerse mayores, entenderán lo que ha sucedido.
El SAP se entiende como un trastorno en el que el niño sufre un lavado de cerebro para acusar falsamente al padre de maltrato o de abusos sexuales. De hecho, su propio creador, Richard Gardner, era un pedófilo que construyó toda su teoría para evitar que pusieran fin a los abusos sexuales de sus padres hacia sus hijos.
Qué es la violencia vicaria
La mayoría de expertos diferencia lo que es el Síndrome de Alienación Parental con la manipulación. Poner a alguien contra otra persona, sobre todo en los procesos de separación, es algo frecuente en el ámbito de la pareja. En cambio, el Síndrome de Alienación Parental implica que hay un trastorno, una enfermedad, hecho por el cual los especialistas consideran que es prácticamente imposible.
Los expertos en violencia de género hacen una clara diferenciación entre la violencia vicaria y el Síndrome de Alienación Parental. La violencia vicaria es la utilización de los hijos e hijas por parte del maltratador en el contexto de la violencia de género, y en su caso más extremo, acaba con el asesinato de los menores a manos de sus padres para hacer daño a la madre. Es una forma más de malos tratos. El SAP, en cambio, está asociado con un lavado de cerebro de la madre hacia los niños para que rechacen al padre.
De hecho, el SAP ni siquiera está reconocido como síndrome, ni a nivel médico ni a nivel legislativo. En España, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) desaconseja el uso de este concepto en los procesos de violencia contra la mujer.
Rocío Carrasco y el síndrome de la mala madre
Los ultraconservadores como Vox han aprovechado el caso Rocío Carrasco para rescatar un término que médicamente no existe y judicialmente no se acepta. Existe la manipulación hacia los hijos, pero no la capacidad de causar un trastorno psicológico de alienación hacia la figura paterna o materna. Son dos cosas distintas.
Si lo que cuenta Rocío Carrasco es verdad, entonces tanto ella como sus hijos son víctimas de violencia vicaria, es decir, la manipulación de los hijos respecto del padre como una forma de maltrato sutil hacia la madre.
Lo que sí existe es el «síndrome de la mala madre», una forma de maltrato consistente en presentar socialmente a una mujer como alguien que no cuida bien de sus hijos. Esto genera ansiedad en la mujer, que muchas veces acaba teniendo un sentimiento de culpa que aleja de sus hijos.
Con independencia de si Rocío Carrasco dice la verdad o no, y de la división que su caso está generando en la sociedad, su testimonio sirve para ilustrar los diferentes tipos de violencia de género que sufren a diario las mujeres en España. Muchas de ellas, como la violencia vicaria, son aún muy desconocidas