La segunda entrega de La última cena, con Kiko Hernández y Carmen Borrego de cocineros nos ha advertido de que no fue una broma.
Lo que el programa busca es precisamente triunfar a golpe de desvergüenza, cachondeo y locura bastante divertida. Entretener a la parroquia, vamos.
En la edición de ayer se impuso algo más de mala leche, la que no tuvo en su primera edición. Frente a los descafeinados Isa y Asraf, para el espacio de ayer se optó por subir el voltaje y la tensión.
Kiko Hernández aceptaba meterse en harina con Carmen Borrego, su gran enemiga, su saco de boxeo preferido durante las tardes de Sálvame.
Ya se lo dijo Alonso Caparrós a la Borrego, cuando ella se cansó de los insultos de Kiko: "ya has aguantado mucho de sparring, dos cosas más..."
Aquí radicaba el interés principal de ayer, el de la vergüenza ajena que provoca este espacio: ¿hasta dónde aguantará Carmen Borrego?
Carmen Borrego y sus ganas de volver a La fábrica de la Tele
La hija de María Teresa Campos lleva meses jugando su propio juego. Asegura estar muy cómoda y tranquila en el remanso de paz dominical que es Viva la vida. Pero de vez en cuando, lanza sus peticiones encubiertas de volver a la guerra del día a día.
Estuvo en Sálvame Diario y se fue asqueada, igual que Terelu. No podían con la alta presión que allí se vive. Se fue de Sábado Deluxe, también le parecía un campo de minas que te explotaban en los morros, en el momento menos pensado.
Sus insustanciales exclusivas en Lecturas y las tres horitas con Emma García no le dan para vivir por lo que necesita facturar más. En la Fábrica de la Tele, la productora de Sálvame, Deluxe o Socialité se gana un buen dinero. El precio es caro, no obstante.
Lo de ayer fue una prueba.
Carmen lo sabía y tragó, tragó y tragó. El trato de Kiko a la Borrego fue de película...pero de terror. Ella allí, dándole a los fogones con cara de mala leche pero sin rechistar.
Prueba superada, ya está un paso más cerca del infierno.
Kiko Hernández y Carmen Borrego, su foto juntos en la calle
Si nos salimos de la ficción que al fin y al cabo es la televisión, vemos la realidad. O por lo menos, parte de ella, que en Telecinco todo se vive con mucha pasión. Carmen y Kiko, en un vídeo que ha publicado Europa Press, están en la calle, preparando tranquilamente la compra para el espacio televisivo.
Kiko está tranquilo, Carmen relajada y los técnicos, cámaras y público preparan la secuencia que luego veríamos en televisión. Cuando se enciende la cámara, entonces sí, caras más serias, más mala leche y todo según el guión previsto.
Que Kiko no soporta a Carmen salta a la vista. No creemos que cuando se apaguen los focos se fundan en un cálido abrazo de despedida. Que hay sobreactuación para dar espectáculo, pues lógicamente también.
Para muestra, La última cena, que es la gran ópera bufa de la parrilla veraniega.
Lydia Lozano, invitada de honor de La última cena
Uno de los problemas de La última cena era el cásting. Kiko Jiménez y Lucía Dominguín cayeron y entraron al camarote Alonso Caparrós y Lydia Lozano. Segunda oportunidad para Cifuentes que ayer ya bailó y estuvo menos cohibida.
Lydia sabe de que va el juego y lo dio todo por la causa, peluca y copas de vino incluídas. Caparrós también estuvo correcto y decisivo en los momentos importantes (él convence a Carmen Borrego para que vuelva a plató cuando se harta de Kiko).
Alba Carrillo vino con su madre (¿era necesario?) e Isa P. dejó a Asraf en casa y se divirtió mucho más. Belén Rodríguez participó desde su casa (que mostró en directo en una secuencia de bastante mal gusto para no desentonar con el programa, claro)
Paz Padilla en su salsa y Josep Ferré imitando a la Borrego, en su cara y sin filtros de ningún tipo. Si algo se le puede reconocer a Carmen Borrego es su paciencia y capacidad de aguante, sin duda.
Núria Marín también se cayó del programa (agradecida, debe de estar) y la sustituyó Germán González con la trama del tartazo de Payasín para uno de los comensales.
La cocina de La última cena, otra vez lo de menos
El espacio va de todo menos de buena cocina. Kiko y Carmen, entre insulto e insulto, cocinaron una "terrible" empanada de zamburiñas que bautizaron como 'Potota' y una lengua de ternera regular. El postre, lo mejor del ménú según el jurado y los comensales, fue leche frita.
En esta ocasión se sustituyó el tabasco por canela en uno de los platos y se cerró el espectáculo con el tartazo de Payasín. En teoría Carmen lo tenía que propinar a alguien pero lo acabó recibiendo ella. A estas alturas de la noche, hubiese sido una tremenda decepción que hubiese pasado algo distinto, la verdad.
La audiencia no acompaña a La última cena
La audiencia de este segundo programa se mantuvo algo más baja que en su estreno, pasando por poco el 15% de share. El público le ha dado una segunda oportunidad a la baja. Como decíamos hace unos días, el formato tiene que ir perfeccionándose para no tener los días contados.
Ayer competía con la final de Mask Singer, uno de los espacios estrella de Antena3 que también ha pinchado perdiendo un millón de espectadores. Lideró la noche del jueves con un 20% de share, pero ha perdido claramente fuelle con el paso del tiempo.
A menos que el descalabro de audiencia vaya a más, La última cena seguirá, por lo menos en verano. El público ya sabe de qué va el juego y si van actualizando el cásting con concursantes como los de ayer, el tinglado puede aguantar.
Hay que resistir hasta la vuelta al cole y la llegada de los nuevos platos fuertes de Telecinco previstos para otoño.