Rocío Carrasco cuenta en su documental un episodio desgarrador: el 5 de agosto de 2019, desesperada por los malos tratos de su ex marido, intentó suicidarse. El diario El Mundo saca después un informe médico que pone en duda esta versión, y hoy el diario ABC publica otro informe que zanja la polémica dando la razón a Rocío.
Lo único que se sabía hasta ahora era que Rocío había ido al hospital después de ingerir varias pastillas. Según el primer informe que vio la luz, se había tomado sólo tres pastillas y no quedaba clara su motivación. En el último documento que saca el ABC, la médico de urgencias y la psiquiatra hablan abiertamente de intento de suicidio.
Como todo lo que envuelve a Rocío Carrasco, su intento de suicidio ha acabado convertido en objeto de debate: se intentó suicidar de verdad o solo quería llamar la atención. Pero más allá del debate mediático está la vida real, y lo que dicen los expertos sobre la conducta suicida, y cómo podemos distinguir un intento de una llamada de atención.
¿Qué hay detrás de un intento de suicidio?
En el mundo, cada 40 segundos ocurre un suicidio. Sin embargo, según las estadísticas la mayoría de las personas que intentan quitarse la vida no lo consiguen. Y de estas, una parte tenía la verdadera intención de hacerlo mientras que otra parte solo quería llamar la atención. Muchas de estas personas lo llevan a cabo de forma que sea posible el rescate, algo que la medicina psiquiátrica ve como una llamada de auxilio.
Hay más. Por estadística, los hombres tienen más pensamientos suicidas que las mujeres. Pero además, los hombres tienen más éxito en el suicidio que las mujeres. Esto es así porque los hombres se quitan la vida con métodos más violentos, como dispararse o arrojarse al vacío. Las mujeres suelen utilizar métodos menos sutiles como la ingesta de pastillas, y muchas veces no acaban en muerte.
A partir de ahí, los psiquiatras deben evaluar en cada caso si se trata de un intento real de suicidio o de una llamada de auxilio. Y aquí cabe hacer una aclaración importante: que una persona no tuviera una verdadera intención de suicidarse y solo quisiera llamar la atención no quiere decir que no tenga una conducta suicida o una voluntad real de morir.
Detrás de la conducta suicida hay otro tipo de trastornos que van desde el trastorno bipolar y la depresión hasta la esquizofrenia y el estrés postraumático. Además intervienen factores como el consumo de drogas o alcohol, el abuso sexual o emocional y problemas con el dinero o las relaciones sentimentales.
En el caso de Rocío Carrasco, por ejemplo, estaba en tratamiento psicológico y psiquiátrico desde 2011 por los problemas emocionales que le había causado su relación de pareja. Los médicos le diagnosticaron un síndrome ansioso y depresivo. En cambio, el informe médico descarta el consumo de drogas a pesar de lo que se había insinuado inicialmente.
Una vez establecidos los trastornos que desencadenan el intento de suicidio, los psiquiatras tratan de identificar la motivación. Algunos suicidios se cometen como venganza o incluso como castigo a uno mismo, pero la mayoría de las veces la víctima sólo quiere dejar de sufrir. La mayoría de los suicidios se cometen para dejar de sentirse avergonzados o como víctimas, o por sentimientos de rechazo, pérdida o soledad.
En el caso de Rocío Carrasco, ella mismo contó sus motivaciones al cometer el acto de suicidio. Dice que después de muchos años aguantando malos tratos físicos y psicológicos de su ex marido, Antonio David Flores, al ver que este entraba en un programa de televisión y que su hija le defendería en los platós sintió que no podía más. La sola idea de volver a revivir la presión mediática y la vergüenza le llevaron a tomarse las pastillas
¿Suicidio o llamada de atención?
El informe médico señala que Rocío ingirió alrededor de 7 comprimidos de lorazepam, un blíster entero (22 pastillas) de mirtazapina, y 10 pastillas de tranxilium. Los expertos valoran que es una cantidad suficiente como para poner en riesgo la vida de una persona, y tanto la médico de urgencias como la psiquiatra lo definen como un intento de suicidio.
El hecho de que se haya puesto en duda el intento de suicidio de Rocío Carrasco se explica por la creencia de que la persona que se quiere suicidar lo hace, y que todos los intentos fallidos de suicidio son una llamada de atención. Eso es falso. Incluso en el caso de las personas que lo hacen como una llamada de auxilio, todos los intentos de suicidio son una manifestación del sufrimiento y la desesperación de una persona.
La creencia de que «quien quiere matarse de verdad no lo dice» lleva a no prestar atención a las personas que manifiestan sus ideas suicidas. Además, las evidencias dicen que la mayoría de las personas que han intentado suicidarse, lo expresaron anteriormente con palabras, gestos o amenazas. Si hay en tu entorno una persona que ha expresado su voluntad de hacerlo, nunca tienes que considerarlo como un chantaje o una manipulación.
Lecciones del caso Rocío Carrasco
El documental «Rocío: Contar la verdad para seguir viva» está fomentando el debate sobre cuestiones tabú. Una de ellas es precisamente el suicidio, y su ejemplo permite extraer tres lecciones importantes.
Primera. El suicidio tiene varias causas, y lo que para nosotros es algo sin importancia, para otros puede ser algo catastrófico. Rocío, la protagonista de este episodio, sintió en un momento de su vida que no podía más, y tomó una decisión drástica. Cualquier tipo de valoración sobre su motivación supone infravalorar el dolor de la víctima y desatender sus necesidades de cara a la prevención de nuevos intentos.
Segunda. Los medios de comunicación han conseguido normalizar el debate sobre este tipo de cuestiones, pero a la vez corren el riesgo de frivolizar sobre temas muy delicados. Dicho esto, no es verdad que los medios no deban hablar del suicidio. Hasta ahora se pensaba que sacar temas de suicidio en la prensa fomentaba este tipo de conductas, pero se ha demostrado que se pued evitar el suicidio informando adecuadamente, con fuentes fiables y sin sensacionalismo.
Y tercera. Casos mediáticos como el de Rocío Carrasco pueden servirnos a cada uno de nosotros para aprender cómo actuar en este tipo de situaciones. El suicidio es muy difícil de prevenir y cuando sucede no hay que culparse a uno mismo por no haberlo visto venir. Pero sí existen algunas señales:
- Amenazan con dañarse o matarse
- Buscan medios para suicidarse
- Hablan o escriben sobre la muerte o el suicidio
- Tienen pensamientos negativos, de desesperanza, ira o venganza
- Se involucran en conductas que entrañan un riesgo innecesario
- Expresan sensación de sentirse atrapados y sin salida
- Se aíslan de la familia y el entorno
- Experimentan cambios repentinos de humor
- Aumentan el consumo de alcohol y drogas o cambian los patrones de sueño
- Pierden el interés en muchas actividades en las que participaban
- Dicen que no hay razones para vivir
En el caso de observar este tipo de conductas, no rehuyas el problema dejando a esa persona sola. No relativices el problema ni le riñas. Y sobre todo, no intentes solucionar el problema tratando de adivinar qué le pasa: ponte en contacto con el servicio de salud, con la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental, o llama al teléfono de la esperanza.