La separación de Bertín Osborne y Fabiola Martínez nos tomó por auténtica sorpresa después de 20 años juntos y dos hijos en común, Kike y Carlos, sobre todo porque parecían una pareja de lo más feliz y consolidada.
Eso sí, ambos han asegurado desde un primer momento que su ruptura ha sido de mutuo acuerdo y de lo más tranquila. Y, ahora, Fabiola por fin se ha pronunciado en exclusiva para la revista ¡Hola! después del anuncio de su ruptura, donde ha confesado que todavía no han firmado el divorcio.
«No hemos firmado el divorcio porque él quiere darme más de lo que yo quiero recibir. No quiero que me mantengan». La modelo asegura que no quiere depender de su ex para salir adelante, sino que pretende buscarse la vida por si misma.
«No quiero tener ese vínculo de dependencia, por eso busco un piso que me pueda permitir pagar y en el que también vivan mis padres, que dependen de mí», ha asegurado. «Estoy feliz porque, por fin, estoy retomando cosas que había dejado por darle prioridad a ser mamá y dedicarme a mi familia. Ahora sigue siendo lo primero, pero tengo más tiempo y eso me hace estar ilusionada».
Además, ha confesado cual fue el momento en el que se dieron cuenta de que relación había terminado. «El confinamiento nos permitió regalarnos una despedida dulce. Ahí te das cuenta de que hay cosas que fallan y que no se pueden cambiar. Si hubiéramos llegado a una situación límite, habría sufrido todo el mundo».
Respecto al divorcio, parece que Bertín está dispuesto a darle cosas que ella no está dispuesta a aceptar, ya que no quiere deberle nada. «No hay problema con firmar el divorcio, simplemente terminar de acordar todos los detalles, como tiempo con los niños y las responsabilidades de cada uno».
Además, parece que tenían proyectos juntos, pero que lamentablemente ahora ya no podrán cumplir. «Tuvimos la idea de construirnos una casa adaptada para Kike, -su hijo nació con una lesión cerebral que le impide crecer con normalidad-, que no llegamos a realizar». El pequeño de 14 años le dio una gran susto a sus padres después de dar positivo en coronavirus hace unos meses, porque es persona de riesgo. Por suerte, resultó ser asintomático.
Muchos han calificado el gran revuelo que se ha generado con el anuncio de su separación, con una especie de tsunami, pero Fabiola discrepa, porque fue una decisión muy meditada. «No ha sido un tsunami, ha sido algo que iba pasando poquito a poco y que al final dices: 'Veo a donde vamos y no me gusta'. La decisión la tomamos a tiempo».
«Una vez dimos el paso, lo más difíficl era decírcelo a la familia. En eso Carlos, -su hijo pequeño de 13 años-, me sorprendió mucho. Me dijo que se lo imaginaba porque no nos veía bien que estuviéramos bien y eso me relajó mucho porque era la confirmación de que estábamos dando el paso correcto».
«Si hubiéramos llegado a una situación límite, habría sufrido todo el mundo y también nosotros. De esta forma, podemos hablar sin reproches ni rencores», ha zanjado.
Parece, que ahora lo único que queda pendiente entre ambos es la firma del divorcio. «No hemos firmado el divorcio porque estamos intentando organizar cosas que llevan un tiempo. Es de mutuo acuerdo, pero él quiere hacer unas cosas, en cuanto a temas económicos, y yo otras, y al final, eso lo retrasa».
«Él quiere dejar las cosas organizadas de una manera: más o menos, él quiere darme más de lo que yo quiero recibir. No quiero que me mantengan. Uno no puede despreciar nada, porque Bertín lo hace con cariño y con ganas de ayudar, pero a mí eso me hace sentir que es un compromiso y yo no quiero tener ese vínculo. Que lo haga por sus hijos».
Fabiola ha querido dejar muy claro que ella quiere volar por si sola, y que le molesta esa idea clásica de que hay que tener un hombre al lado para salir adelante. Aunque, eso sí, no se niega a volver a encontrar el amor.
«No me siento cómoda porque soy agradecida y, cuando recibo, quiero devolverlo de alguna manera porque soy agradecida. Cuanto más sienta que le debo, porque él me dé porque me quiera ayudar, más comprometida me voy a sentir en devolver ese agradecimiento. Y no quiero tener ese vínculo».
«Me da pena porque es como no conseguir un proyecto de vida que tenía planteado, pero, por otro lado también me digo que uno no puede dar tanta prioridad a la meta como a lo que es el camino. No vale todo. Porque la meta, ¿cuál es? Envejecer juntitos y vivir tranquilos y esperar que lleguen los niños. Eso está muy bien, con él o sin él, si tú te ves así en el futuro, es acompañada o sola».