La esquiadora Blanca Fernández Ochoa fue encontrada muerta hace dos meses en La Peñota tras una intensa búsqueda por la sierra de Guadarrama. Blanca salió a caminar y nunca regresó dejando a todos sus familiares y amigos sumidos en una gran tristeza y desconcierto por su pérdida ya que todavía se preguntan las razones de su fallecimiento.
Su última ex pareja, Ernesto Montes, estuvo presente en las labores de búsqueda y ha roto su silencio en una entrevista para 'La Razón' para recordarla, dando las claves del comportamiento de la esquiadora. «Creo que ya es hora de que no esté tan mal visto decir que estás deprimido. No puede ser que te dé vergüenza decir que tienes un problema. Si fuésemos otro tipo de sociedad, lo que le pasó a Blanca no habría sucedido. Nunca. A nadie» comienza opinando.
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Ernesto explica que Blanca se quedó muy afectada tras la muerte de su hermano, Paco Fernández Ochoa. «Cuando muere su hermano, el hueco que dejó era muy difícil de llenar, ella sentía esa responsabilidad y quería ayudar a su familia. Blanca no era Paco. Él era un líder nato. Eran dos personalidades».
Durante la entrevista, la ex pareja de Blanca, recuerda y hace hincapié en la buena relación que mantenían los dos hermanos que aún tenía la esquiadora. «Hay que ver a la gente con problemas de otra manera. No aislarles ni juzgarles. Entenderles y ayudarles, como hacían su hermana Lola y Adrián, y todos los hermanos en algún momento. Ellos sí que son increíbles» afirma.
Una relación de cinco años
Ernesto guarda un buen recuerdo de Blanca a pesar de haber roto su relación y rememora con cariño cómo se conocieron: «Nos empezamos a ver y nos gustamos. Estuvimos casi cinco años juntos. Lo pasamos muy bien, pero también fueron años duros» y afirma sobre los hijos de Blanca que «lo van a superar, no va a ser fácil. A Blanca se le ha roto muchas veces el alma y siempre volvía a levantarse. Ellos también lo harán».
Montes todavía siente una profunda tristeza tras el fallecimiento de Blanca Fernández Ochoa y habla de cómo debieron ser sus últimos días: «Blanca cogió un poco de queso, que le encantaba, e hizo lo que quiso hacer con libertad. Buscó un sitio donde disfrutar por última vez, su montaña, su pueblo. Se quedó mirando a los Siete Picos, a Cercedilla, y dejó de llorar. Ahora nos quedamos los demás llorando por ella».
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