Hay un dicho que dice que las desgracias no vienen solas, y parece que así es como ha quedado marcada una familia que vivió durante años en el séptimo piso de la calle de Camarena, 121, en el madrileño barrio de Aluche. Allí residía hasta hace muy poco junto a su marido, Toñi, una vecina de toda la vida de 80 años. Ambos habían compartido su amor desde 1973 hasta finales del año pasado, cuando él fue una víctima más del covid, dejando a Toñi sola durante unas navidades por primera vez en muchos años.
Y en esa vivienda del distrito de la Latina de Madrid, fue también donde trece años atrás se quitaba la vida su hijo mayor. Pese a estos dos duros golpes, esta octogenaria seguía afrontando la vida con entereza y sabiendo que todavía con el apoyo de sus dos otros hijos, además del resto de su familia. Pero claro, lo que nadie se podía imaginar que las tragedias no habían acabado en esta familia, y que está vez los tristes protagonistas serían la misma Toñi y Alberto, su hijo menor.
Todo sucedió el pasado sábado. Fue entonces cuando el hombre de 41 años se dirigió a la casa donde habían vivido con sus padres y decidía matar a su madre asfixiándola, previo paso a su suicidio. Y será casualidad o no, pero la fatalidad quiso que escogiera quitarse la vida tal y como ya había hecho su hermano mayor, lanzándose por una ventana del piso, según recoge 'ABC'.
El cúmulo de circunstancias también quiso que las autoridades no llegaran a tiempo para evitar una nueva tragedia en esta familia. Varios familiares confirmaban este lunes, día en que la Policía Nacional dio a conocer el triste suceso, que Alberto había enviado dos whatsapp, uno a su marido y otro a su hermano, relatándoles su intención de quitarse la vida.
Pero en sus mensajes también les explicaba que lo habría movido a cometer previamente el crimen, acabando con la vida de su madre. Y es que Alberto les habría comentado que con su suicidio quería que esta vez «su madre no sufriera», tal y como había pasado con su hermano.
La policía llegó demasiado tarde
La pareja de Alberto aviso a emergencias del mensaje a las 7.49 de la mañana, nada más recibirlo. Rápidamente una patrulla de Seguridad Ciudadana se acercó al lugar y se encontró con su cuerpo en plena calle sin que los sanitarios del Summa pudieran hacer nada por salvarle.
Inmediatamente después, pasaron a llamar a la puerta donde vivía Toñi, pero nadie contestó. Entraron al piso después que los Bomberos de Madrid derribarán la puerta y al acceder encontraron su cuerpo sin vida. La autopsia, que se le practicó ayer, confirmaba que había muerto asfixiada. Para confirmar que se trataba de un parricidio, los agentes decidieron esperar más de 48 horas para anunciar la noticia.
Todo parece apuntar que Alberto acabó con la vida de su madre a primera hora del sábado. La última persona que había visto con vida a Toñi había sido un hijo de una vecina. La mujer había llamado a la puerta porque no le funcionaba una bombilla. «Serían las 11 de la noche», explicaba y añadía que su hijo vivía relativamente cerca.
Se investiga si podía sufrir problemas psiquiátricos, como su hermano
Como explicábamos, Alberto quiso escoger el mismo lugar que su hermano para suicidarse. Este había sido diagnosticado de esquizofrenia antes de quitarse la vida. Ahora mismo, la policía trata de averiguar si el homicida sufría algún tipo de depresión o trastorno psiquiátrico. La realidad es que no había ningún tipo de violencia en la familia, como confirman los vecinos: «Nunca escuchamos nada raro, si acaso alguna discusión, pero igual que en cualquier familia».