Tomás Pueyo, ingeniero y emprendedor español que, desde hace diez años, vive y trabaja en Silicon Valley, dio las claves antes que muchos gobernantes que había que tomar unas medidas estrictas de confinamiento para acabar con el coronavirus.
El científico español tomó este concepto y lo nombró como ‘martillo’, cosechando un éxito que se puede comprobar echando un vistazo a su post en la red social ‘Medium’, donde lo definió por primera vez y acumula ya millones de lecturas.
Además, en dicho artículo Pueyo usaba otra palabra: 'danza', que el autor definía como el periodo que tenía que seguir al martillo «para mantener el virus contenido hasta tener un tratamiento o una vacuna». Esto se traduce en el periodo en el que se relajan o finalizan las medidas de confinamiento, algo que en España podría darse el próximo domingo 10 de mayo.
Pueyo define en su nuevo artículo cómo debería ser la 'danza' en nuestro país y en el resto de países en los que aún no se está en esas fases avanzadas de desconfinamiento.
Pueyo explica cómo luchan los paises asiáticos contra el coronavirus
El experto cuenta que en China todo el mundo lleva mascarillas. A su vez, la mayoría de empresas disponen de puntos de inspección de salud, donde se mide la temperatura a los trabajadores y se comprueba su estado de salud en la ‘App’, que todos los habitantes están obligados a llevar en sus teléfonos móviles y que incluye un código QR que ofrece este estatus concreto. Si ese código es verde, la persona puede desplazarse con libertad; si es amarillo o rojo deberá aislarse o ponerse en cuarentena.
Por otro lado, Pueyo cuenta en su artículo que en Corea del Sur la medida más destacada fue la realización masiva de test a personas con síntomas y sus contactos cercanos en muchos lugares del país, que ofrecían resultados de la prueba en apenas siete minutos.
Esas personas tenían que descargarse una 'App' que avisaba de cualquier salida del hogar, control severo que se sumaba a dos llamadas diarias. Lo peor: Si alguien se saltaba la cuarentena debería pagar hasta 8.000 dólares de multa y podría acabar un año en la cárcel.