La crisis del coronavirus nos afecta a todos los niveles. Muchas son las personas que han tenido que ver cómo les despedían temporalmente de su trabajo y todavía no pueden regresar a él. El resultado es que una persona se queda sin dinero, y sin dinero no se pueden comprar alimentos ni pagar facturas. Un hombre se vio tan al límite el pasado martes que se saltó la cola de personas que había a las puertas de la parroquia San Juan de Dios, en Vallecas.
El hombre, víctima de la necesidad, ha abordado al padre Gonzalo, el párroco que se encarga de la orden desde hace seis años, diciéndole: «Por favor, tengo una hija de cuatro meses que tiene que comer. Yo con una barra de pan y agua me vale».
El medio ‘ABC’ recoge las palabras del protagonista del suceso, que ha manifestado que: «He estado días pensando en venir porque me daba mucha vergüenza. Nunca creí que me vería así».
Pese a la súplica, el hombre ha tenido que ponerse al final de la cola y esperar su turno. El padre de la parroquia ha explicado que reparten 70.000 kilos de comida, de los cuales 50.000 kilos van dirigidos a las familias más necesitadas, siempre que se acuda con un permiso de la parroquia de su barrio.
«Nos metimos en una hipoteca. Tenemos que pagar la hipoteca, la luz, el agua...», explicaba Luís
Luís es una víctima más del coronavirus. Porque el coronavirus no tan solo afecta a la salud, sino que afecta a la vida de las personas. Natal de Ecuador, reside en España desde hace 15 años y su esposa dio a luz cuatro meses antes de que estallara la pandemia de Covid-19 en España. «Nos metimos en una hipoteca. Tenemos que pagar la hipoteca, la luz, el agua...», lamenta en estos momentos.
«Si al menos tuviéramos ese colchoncito, podríamos ir tirando», relataba al referirse a la ayuda estatal que no ha percibido pese haber sido despedido con un ERTE de la tienda de recambios en la que trabajaba. Lastimosamente sus ahorros ya han sido utilizados para ir pagando lo que han podido: «Solo quiero que mi hija pueda comer. Yo me conformo con pan y agua», decía al citado medio.
Su decisión de haber ido a pedir a la parroquia en la que se encontraba no es otra que en los centros de alimentos de su zona están abarrotados. «No quiero estar ocho horas esperando allí, por eso vine aquí», manifestaba en relación a la zona en la que reside, en Aluche. Según ha explicado las colas de personas se extienden muchísimos metros. «Hay miles y miles como yo», finalizaba.