Tanya, una niña de seis años, es una de las últimas víctimas de los ataques de Rusia a Ucrania. La pequeña falleció a consecuencia de una deshidratación y su cuerpo fue hallado bajo las ruinas de su casa. El inmueble en el que residía, en Mariúpol, fue objeto de los bombardeos del ejército de Putin.
Esta ciudad portuaria, que se localiza al sureste de Ucrania, está siendo asediado por las tropas rusas, señaló su alcalde, Vadim Boitchenko. Por ahora se desconoce el tiempo que pudo permanecer la pequeña atrapada entre los escombros.
La madre de Tanya también apareció muerta. "No tengo palabras hoy, Mariúpol sufre un dolor terrible", aseguraba el regidor. Confirmaba el caso de la menor: "Otro niño murió a consecuencia del bloqueo de nuestro pueblo natal".
La causa del fallecimiento fue la "deshidratación". Añadía que "mi corazón está lleno de dolor y odio por los nazis que bloquearon nuestra ciudad". El testimonio aportado por Boitchenko era estremecedor.
Se refirió al caso concreto de la niña y de su progenitora. "Su madre voló en pedazos por un bombardeo ruso. No podemos imaginar cuánto sufrimiento tuvo que soportar una niña inocente", señalaba.
Explicó que "en los últimos minutos de su vida estuvo sola, exhausta, asustada, terriblemente sedienta". El alcalde reconocía que es solo "una de las muchas historias de Mariúpol", que estuvo durante "ocho días bloqueada".
Hasta el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, hizo referencia a la trágica muerte de la niña. En un vídeo difundido este martes solicitaba colaboración a los países de occidente. Pedía ayuda urgente para su país en esta cruel batalla contra Rusia.
"Mariúpol está rodeada, bloqueada, está exhausta, torturada", apuntó. Destacó que "por primera vez en décadas un niño murió de deshidratación". Estima que esto no sucedía "desde la invasión nazi".
El caso de Tanya no es único. Advierten que hay unas 300 000 personas inmovilizadas a consecuencia de los ataques a esta ciudad. Permanecen sin comida, agua, electricidad y sin ayuda humanitaria.
Trataron de llevar a cabo varios intentos de evacuación en los últimos días, pero acabaron fracasando. La situación es crítica y con el paso de los días va en aumento la tensión.
En un conflicto de estas características siempre acaban saliendo derrotados los inocentes. Se cuentan por miles los muertos y el número de refugiados asciende hasta los dos millones. Pero hay un número que no pasa inadvertido, que es el de los niños fallecidos.
El pasado lunes dos menores de edad perdieron la vida tras sufrir el ataque de las tropas rusas. Los bombardeos en un barrio residencial de la ciudad de Sumy, al este de Kiev, provocaron un enorme daño. "Ha sido completamente borrado de la faz de la tierra", apuntaba el jefe de la administración regional de esta ciudad.
Tanya, una más en una lista que no se detiene
La pequeña Tanya es una más en una lista de muertos que no se detiene. La comisionada para Derechos Humanos del país, Liudmila Denisova, confirmó hasta la fecha el fallecimiento de 40 niños. A estos habría que sumársele otros 71 heridos.
En cualquier caso, se tratan siempre de cifras provisionales. "Es imposible lograr información precisa sobre el número de muertos y heridos en Mariúpol, la región de Donetsk e Irpin", aclaraba. Por lo tanto, esa estimación podría quedarse corta.
Explicó que "durante el último día ha muerto un niño de un año y medio" por un ataque con proyectiles de los rusos. En Bucha, por su parte, otros dos "heridos graves perdieron la vida ante la falta de atención médica". En Denisova, cuando la población salía de la ciudad, las tropas rusas abrieron fuego contra civiles, muriendo dos menores.
El fallecimiento de Tanya y del resto de menores debe hacer recapacitar a Rusia y al resto de países. La situación exige que se tomen medidas inmediatas para frenar estos ataques.