Sigue la conmoción en Navas de San Juan (Jaén) por el suicidio de una joven de 20 años el pasada 28 de diciembre. La Guardia Civil está investigando los hechos, tras los cuales parece haber un largo historial de acoso y hostigamiento hacia la chica. El origen de las humillaciones sería su orientación sexual.
Según informa El País, la víctima sufría acoso social y humillación por su orientación sexual, hasta el punto que decidió quitarse la vida. Presentó hasta cuatro denuncias que fueron ratificadas en el Juzgado de Instrucción de La Carolina el 21 de diciembre. Tras su muerte, su familia ha presentado una nueva denuncia.
Afirman que la joven sufrió suplantación de la identidad, ya que utilizaba sus redes sociales para humillarla y ridiculizarla. Todo ello convirtió su vida en un infierno que ha conducido al trágico desenlace. Su caso pone de manifiesto de la forma más cruda el precio de la intolerancia “por amar, pensar y sentir diferente”.
Suplantación de identidad
La víctima, de la cual no ha trascendido su identidad, vivía en el municipio jienense de Navas de San Juan, de 4.473 habitantes. Desde hace meses, entraban en sus redes sociales y páginas web mediante la suplantación de su identidad. Lo hacían “de forma fraudulenta, descarnada y con la sola finalidad de ridiculizarla y humillarla”.
Así lo consideran los familiares de la joven a través de la Fundación Internacional de Derechos Humanos. “Venía sufriendo un infierno”, afirman, y por eso solicitan que se investigue su muerte. Según la fundación, la chica fue sometida a ese infierno “por amar, pensar y sentir de otra manera diferente a la que la sociedad nos viene inculcando”.
La suplantación de identidad y el acoso en redes sociales fueron denunciadas ante la Guardia Civil en varias ocasiones. Junto a estos hechos se recogen también acciones contra el honor, la propia imagen y la integridad moral realizadas en la vía pública. Las denuncias fueron ratificadas en el juzgado.
Dramático desenlace
El responsable territorial de la Fundación de Derechos Humanos denuncia que “la actuación de fuerzas y cuerpos de seguridad, así como de la administración de justicia, no tuvieron la celeridad suficiente en cuanto al esclarecimiento de los hechos e identificación de los responsables de las acciones que han ocasionado tan dramático desenlace”.
Añade que la víctima “no pudo soportar todo el sufrimiento producto del escarnio y la exposición pública”. Según afirman, los casos de acoso y ciberacoso afectan a jóvenes y adolescentes de cualquier clase y, en consecuencia, “es imprescindible que toda la sociedad tome conciencia de la necesidad de educar en el respeto a la diversidad”.
En ese sentido, explican que no basta con dotar de medios técnicos y personales, sino que hay que partir de la educación en los valores de la igualdad y la libertad de toda persona. Y esto, “de conformidad con todos los principios de respeto y convivencia universalmente reconocidos”.
Un pueblo consternado
Mientras, el municipio de la joven sigue inmerso en la consternación. El alcalde, Joaquín Requena, mostró el rechazo institucional expresado en unos versos: “Hoy quisiera que las cosas volvieran a ser igual que antes, como si se pudieran reciclar los suspiros o dar un mismo beso por segunda vez”.
Además, el consistorio ha convocado para el próximo viernes, 7 de enero, una concentración en apoyo de la familia de la víctima. El deseo de familiares, vecinos e institución es que los responsables paguen por el infierno al que sometieron a la chica. Esto ayudará a reparar su honor una vez fallecida.
Para las personas con pensamientos suicidas existe el teléfono de la esperanza (717 00 37 17), el Teléfono contra el suicidio de la Asociación La Barandilla (910 38 06 00), y el teléfono para menores de la Fundación Anar (900 20 20 10). También la Fundación España para la Prevención del Suicidio y la Asociación para la prevención del suicidio La niña amarilla o la Web para problemas de salud mental.