Las atrocidades y los crímenes de guerra no cesan en Ucrania. Cada vez son más los testimonios de personas que han sufrido episodios brutales y desgarradores a manos del ejército ruso.
Elena, quien prefiere mantener su verdadera identidad en el anonimato, ha relatado a la agencia de noticias AFP cómo dos soldados de las tropas rusas la violaron durante 13 horas. Visiblemente afectada y con la voz quebrada, ha tratado de hacer público su testimonio. Y es que, después de que un vecino la señalase como la esposa de un soldado ucraniano, la apuntaron como un posible blanco.
Los hechos sucedieron en Jersón, su ciudad natal. El mismo 24 de febrero, nada más empezar la guerra en Ucrania, la mujer, madre de cuatro hijos, los envió hacia una región más alejada del conflicto. Su marido fue enviado al frente y ella tuvo que quedarse sola, encargándose de trasladar sus pertenencias para reunirse lo más pronto posible con sus hijos en Vinnytsia, en el centro de Ucrania.
El 3 de abril, el día en que sucedieron los hechos, Elena trataba de encontrar un coche para salir de la ciudad cuando fue interceptada por soldados rusos en una tienda de comestibles. "Hacia las 15.00 horas fui a un almacén. Mientras hacía la fila, entraron militares rusos y empezaron a discutir con los clientes", explica.
Elena recuerda que "no entendía de qué hablaban, pero me di cuenta de que uno de los habitantes me señalaba con el dedo diciendo 'es una banderovka'". Así se les llama popularmente a los nostálgicos del líder ultranacionalista ucraniano Stepán Bandera, colaborador de la Alemania Nazi contra la Unión Soviética. "Es por gente como ella que estalló esta guerra. Es la mujer de un militar", agregó el hombre.
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"Me colocaron una ametralladora encima y me desvistieron"
La mujer vio cómo la observaban al salir de la tienda. "Apenas alcancé a llegar a casa cuando los dos soldados rusos entraron por la puerta detrás de mí. No tuve tiempo de tomar el teléfono para pedir ayuda ni de hacer nada". Entre lágrimas, relata cómo la lanzaron sobre la cama y le quitaron la ropa mientras la apuntaban con una ametralladora.
13 horas se alargó el horror de Elena. "Casi no hablaban, además de tratarme a veces de banderovka o decirse entre ellos 'es tu turno'". Cuenta que hacia las 4 de la madrugada se fueron porque tenían que volver a su campamento para montar guardia. "Fue repugnante. Muy repugnante. No quiero vivir", lamenta.
La mujer ha sido entrevistada en Zaporiyia, donde ella y múltiples desplazados esperan para subirse a un bus que los lleve a una región más segura y alejada del conflicto. Elena confiesa no haber hablado con nadie todavía sobre lo que le ha sucedido, ni siquiera con su marido. "Encontraré todo lo que necesito una vez que llegue a mi destino. Solo quiero reencontrarme con mis hijos", explica. Además, confiesa que es partera y que "me hice las primeras curaciones yo misma".
Las organizaciones de derechos humanos están viendo impotentes cómo la violación está siendo usada como una "arma de guerra" por Rusia. Hace unos días también se conocía el brutal testimonio de una mujer en Bucha, que afirmaba cómo el ejército ruso "violaban a niñas menores de edad, de ocho y diez años, y las mataban delante de los ojos de sus madres".