El 15 de septiembre de 2017, el policía local Jesús M. P., apodado el Chule, mató a Jairo Ronald y tiró su cuerpo al río Júcar. La Audiencia Provincial de Albacete le ha condenado a 20 años de cárcel. Su primo irá también a la cárcel por encubrimiento.
Le condenan además a cumplir diez años de libertad vigilada y a indemnizar a la familia de la víctima con 48 000 €. El jurado popular le ha considerado culpable por unanimidad. Tras escuchar los testimonios, Fiscalía ha elevado su petición de homicidio a asesinato.
La sentencia condenatoria considera probado que el condenado asesinó a la víctima por una deuda relacionada con la droga. Lo mató en el trastero de la vivienda el mismo día de su desaparición. Allí ocultó el cadáver hasta que los vecinos se quejaron del mal olor.
El 19 de septiembre pidió ayuda a su primo para trasladar el cuerpo y lanzarlo al río. Al día siguiente, un vecino localizó el cadáver y avisó a la Guardia Civil. La sentencia considera a su primo culpable de encubrimiento y pasará en la cárcel dos años y tres meses.
Inicialmente, la Fiscalía pedía la condena de Jesús por homicidio (de 10 a 15 años). Pero tras la vista oral ha cambiado su opinión y ha elevado su valoración a asesinato (de 15 a 20 años). Al final, Jesús ha sido condenado a la pena máxima por este tipo de delitos.
El asesinato de Jairo: Albacete, 15 de septiembre de 2017
Jesús el Chule, policía local de Albacete, y Jairo Ronald Arcos mantenían una relación de cliente y camello. En el momento de los hechos, el agente llevaba semanas de baja y le debía una alta suma de dinero a Jairo. Era un consumidor habitual de cocaína.
La noche del 15 de septiembre de 2017, en plena Feria de Albacete, Jairo estaba en su casa al cuidado de sus dos hijos de 4 y 11 años. Tras recibir una llamada, bajó al portal y desapareció misteriosamente. Quien le esperaba abajo era su cliente, Jesús.
Jesús era un policía local conocido por llevar la cabeza rapada y por su enérgica forma de dirigir el tráfico. Era de estatura más bien baja, que contrastaba con la constitución física de Jairo, un tipo alto y corpulento. Por eso sospechaban que no pudo actuar solo.
Víctima y verdugo habían acordado un encuentro para discutir sobre la deuda de 1900 €. Para ello se dirigieron hasta el domicilio del policía local, que le ofreció algunos objetos a Jairo. Pero este rechazó la oferta y reiteró que solo aceptaría dinero en metálico.
En el momento que enfiló el pasillo para salir del trastero, el Chule cogió un atizador y le golpeó en la cabeza. La víctima murió en el acto por un traumatismo craneoencefálico. Tras el golpe mortal, el agente improvisó un plan para esconder el cadáver.
Cómo se deshizo del cadáver
Envolvió el cuerpo de la víctima en mantas y plásticos y lo dejó en el interior del trastero. Allí permaneció durante cuatro días, hasta que los vecinos se quejaron del mal olor. Consciente de que el cuerpo se estaba descomponiendo, urdió otro plan para trasladarlo.
Es aquí donde entra en juego el otro condenado, su primo. Le llamó para que le ayudase a deshacerse del cadáver. Ambos fueron con el cuerpo hasta el río Júcar, donde lo arrojaron por un puente. Al día siguiente, un vecino dio el aviso y los bomberos lo rescataron.
El Chule fue detenido en febrero de 2018 después de una investigación. Reconoció el crimen ante la Policía Nacional y admitió que el motivo fue la deuda contraída. Ha estado en prisión provisional a la espera de la sentencia, que finalmente ha sido condenatoria.
La revelación de sus compañeros
La familia de la víctima respira ahora aliviada, después de una larga lucha para que se hiciera justicia. Al principio se consideró el caso de Jairo como un suicidio, pero su padre siempre mantuvo que había sido un asesinato. “Él quería mucho a su mujer y a sus hijos”, declaró.
Además, la familia Arcos siempre sostuvo que Jesús no había actuado solo, dado que Jairo era mucho más corpulento. “Mi hijo no se arrugaba y algo debieron darle o hacerle para que se marchase”, dijo el padre. Ahora celebra que se haya hecho justicia.
Además, durante el juicio han hablado los compañeros del policía condenado. Han contado que estaba continuamente de baja, y que últimamente estaba como triste y preocupado. Esto encaja con el consumo habitual de cocaína y las deudas contraídas con el camello.