Sara era incansable. Una de aquellas personas que no se amedranta, que sigue adelante con la vida pase lo que pase. Lo demostró a lo largo de una vida truncada de golpe y porrazo el 28 de marzo de 2020.
“Te quiero muuuuuucho. Mucho, mucho, mucho, muuuuucho!”. Así sonaba la voz de Sara en el último audio que le envió a su madre. Ni Sara ni Teresa, su madre, sabían que esa sería la última vez. Pues aquella fatídica noche, Sara Bravo López, médica en Mota del Cuervo (Cuenca) y de tan solo 28 años, perdió la vida. Fue la médico más joven fallecida por coronavirus en España.
Los sanitarios se forraban con bolsas de basuras
En una durísima historia que ahora saca a la luz ‘El Mundo’, la madre de Sara pide justicia para su hija. “Culpo al Gobierno de España y al resto de Gobiernos por no informar ni proteger a los sanitarios”, dice Teresa López, madre e la joven.
“He presentado una demanda, contra el Sescam, y espero ganarla. Quiero que se reconozca que mi hija murió trabajando y que, aunque sea con dinero maldito, paguen su muerte”, insiste la madre. “Menos aplausos y homenajes; y más responsabilidad”, pide.
“Mamá, tengo miedo a morirme”
Sara tenía asma alérgico. Lo había tenido desde que era pequeña y cuando llegó la pandemia sabía que debería ir con máxima precaución. El 16 de marzo, Sara llamó a su madre para decirle que le dolía un poco la cabeza.
El día después empezó a tomar paracetamol y el jueves 19, cuando el dolor ya era general, acudió al hospital general de La Mancha Centro. Dio positivo y la ingresaron.
Teresa López explica que Sara siempre había “intuido” que se podía contagiar, ya que su contacto estrecho con la gente era diario. “Intuía que pudo contagiarse en Urgencias o con unos niños de Madrid a los que los abuelos llevaron con mucha fiebre. También sospechaba de una residencia de Las Pedroñeras”, insiste Teresa en ‘El Mundo’.
La cosa no fue a mejor y, lamentablemente, el día 22 de marzo de 2022 pasó a la UCI. “Ella estaba mal y me dijo: ‘Mamá, tengo miedo a morirme’. Eso se me quedó grabado”, explica con la voz entrecortada Teresa.
Sara se apagó el 28 de marzo
Fue el último día en que Sara pudo ver el sol. Un día antes, el 27 de marzo, llamaron a Teresa desde el hospital para contarle que cuatro médicos habían intentado reanimar a Sara. Pues su corazón estaba afectado.
Fue el domingo 28 de marzo cuando llegó la última llamada a casa de Teresa. Dos semanas después de enfermar, la Covid-19 sentenció a Sara. Y atrás quedó la vida de una luchadora incansable, una médico de vocación y, sobre todo, la vida de una persona que quería a su madre por encima de todas las cosas.
Teresa, con ojos acuosos, pide ahora justicia para su hija. No quiere más homenajes ni aplausos que queden en nada, exige justicia para su hija Sara.