El rey emérito Juan Carlos I llevaba días con la decisión de irse de España tomada. Por eso quiso elegir también la forma de despedirse, y lo hizo rodeado de sus amigos más íntimos en la localidad gallega de Sanxenxo (Pontevedra). Allí les dio la noticia a sus amigos y compañeros de regatas: «Me tengo que ir un tiempo fuera».
El emérito compartió con ellos animadas charlas sobre competiciones de vela, la pandemia del coronavirus, y la difícil situación por la que atraviesa el monarca. También llamó a otros amigos por teléfono y mensajes, antes de abandonar Pontevedra el lunes temprano por la mañana.
El último día del rey emérito en España empezó el domingo por la mañana, cuando llegó a Sanxenxo acompañado de sus escoltas para despedirse. Allí tiene Juan Carlos a un círculo de buenos amigos encabezado por Pedro Campos, presidente del Real Club Náutico. «Me dijo con toda normalidad que quizás volvería en septiembre», confesó este.
Aunque aseguran que Juan Carlos no quiso hacer ningún dramatismo, sí quiso agradecer a sus amigos el apoyo que les están prestando en estos «amargos momentos» y compartir cómo se siente en su período más difícil. Entre otras cosas, mostró su descontento por el tratamiento que se está haciendo de su vida privada en los medios de comunicación.
El emérito fue muy duro y aseguró: «No van a parar hasta que acaben conmigo». Ya en la carta dirigida a su hijo, el rey Felipe VI, Juan Carlos deja claro que se va de España «ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos de mi vida privada». Por eso considera que se le está machacando injustamente.
Además de sus amigos de regatas, Juan Carlos tiene buenos amigos del mundo empresarial y otros ámbitos de los que también quiso despedirse. Entre ellos están el ex presidente de la constructora OHL, Juan Miguel Villar Mir, y el periodista Raúl del Pozo. Estos días se especuló con que algunos de ellos querían poner dinero para financiar su estancia en el extranjero.
‘No me he llevado de un euro’
La sensación de Juan Carlos con la prensa no es nueva, y algunos de sus amigos recuerdan ahora el comentario que hizo en 2011 ante la avalancha de los medios por su estado de salud. «Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días, esto es lo que hacéis la prensa», dijo a unos periodistas que se interesaron por su rodilla.
Pero además, en sus llamadas telefónica ha insistido en algo: «Voy a venir a España siempre que quiera». Eso cuadra con lo que le dijo a su amigo Pedro Campos sobre su intención de regresar en breve, en septiembre, para disfrutar de algunas de sus aficiones como la caza.
El emérito decidió mandar una carta a su hijo y no a los españoles porque, según dicen, quiere que sea menos solemne y dejar una puerta abierta. Amigos con los que contactó este pasado fin de semana dicen que no se instalará en un destino definitivamente, sino que la salida solo corresponde a su voluntad de trasladarse en estos momentos fuera de España.
Además, Juan Carlos defendió su inocencia en privado a sus amigos. En mensajes y llamadas consta una frase: «Siempre podré decir que no me he llevado ni un euro de los españoles». Sí reconoce que su error ha sido ocultar dinero a Hacienda, en referencia a los 65 millones que recibió de la familia real saudí. «Jamás he metido mano en la caja».
Últimas horas en Sanxenxo
Los servicios de seguridad de la Casa Real diseñaron un sofisticado servicio de seguridad para garantizar una salida discreta y ordenada de Juan Carlos del país. La salida se produjo la mañana del lunes: «No se utilizó un séquito especialmente aparatoso de vehículos y abandonó la residencia en un coche bastante discreto», aseguran.
Pasó sus últimas horas en España en Sanxenxo, el lugar donde se reencontró con el mar y la vela, su gran afición, cuando ya la había abandonado por sus lesiones. En la última cena con sus colegas de regata hablaron de las competiciones suspendidas por el Covid-19 y las futuras, y rememoró sus vivencias en esa localidad desde su primer encuentro en 1957.
En 1999 Pedro Campo fue nombrado presidente del club náutico local. Había navegado con el rey varias veces en Baleares, y entonces le invitó a la presentación del mundial de cruceros en el que Juan carlos sería el anfitrión de honor.
El alcalde de la localidad, Telmo Martín, le agasajó con un almuerzo a base de pulpo e incluso hizo acto de presencia el entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga. A Juan Carlos le encantó ese entorno idílico y poco a poco las visitas a Sanxenxo fueron más seguidas. Tras varias operaciones, el rey volvió a competir y a ganar a bordo del Bribón.
Juan Carlos volvió a abandonar la vela tras varias operaciones de hernia y en la cadera, hasta que en 2015 un conocido, Mauricio Sánchez-Bella, les mostró su barco adaptado para ir sentado y encajado contra los resbalones. Así retomó el emérito su afición hasta hace poco. De eso hablaron distendidamente en la última cena del rey don Juan Carlos en España.