El drama humano que está viviendo Afganistán desde hace unos días, con la llegada al poder de los talibanes, deja imágenes que han dado la vuelta al mundo. Son miles los ciudadanos afganos que quieren huir de su país ante la escalada represiva que se prevé sobre algunos colectivos. Es por ello que varios estados han iniciado labores de cooperación y han dispuesto vuelos para evacuar el país y acoger refugiados.
Es el caso de España, que dispone, según el ministro de Inclusión y Migraciones, José Luis Escrivá, de más de tres mil plazas para refugiados procedentes de Afganistán. Ahora bien, si su salida de Kabul ya es una tarea muy compleja, su aterrizaje y adaptación a España no es menos complicado. El diario ABC explica este miércoles, 25 de agosto, cómo funciona el sistema de acogida de refugiados en nuestro país, y qué fases componen todo este complicado proceso.
Una primera fase de acogida; una segunda de alquiler con ayuda
España dispone de un programa especial para personas en esta situación, el sistema de acogida de protección internacional. El requisito imprescindible para acceder a la ayuda de otros países es solicitar la protección internacional, algo que ya ha hecho el 60 % de la población afgana. A partir de ahí, ¿cómo se actúa con las personas refugiadas que llegan a nuestro país?
De entrada, tal y como hemos podido ver en los últimos días, los refugiados llegan a la base militar de Torrejón de Ardoz. Es allí donde formalizan la solicitud de protección, que más adelante deberán confirmar en una comisaría policial. El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones se responsabiliza a partir de ese momento de la tutela de las personas refugiadas llegadas desde Afganistán.
En la primera fase del programa, los refugiados van a un centro o a un piso, donde su estancia dura seis meses ampliables a nueve. En estos momentos, ya hay 300 personas procedentes de Afganistán en esta situación, en la primera fase del programa de protección internacional. En esta primera etapa, su situación es más delicada, como es lógico, porque hace menos tiempo que han dejado atrás sus vidas anteriores.
Si cumplen con sus obligaciones, en la primera fase se les da asistencia psicológica, formación laboral y clases de lengua castellana. Hay centros y pisos en todas las provincias, y de hecho nueve comunidades ya han acogido a estos primeros refugiados afganos. Tienen libertad para moverse por todo el país, pero si quieren mantener las ayudas deben permanecer en el pueblo en el que han sido acogidos.
También se da escolarización a los niños y conviven con otros apátridas, aunque en habitaciones independientes. Además, tienen que justificar las ayudas económicas que reciban y los cursos de formación son de carácter obligatorio.
En la segunda fase, que dura 18 meses prorrogables a 24 si se trata de personas vulnerables, acceden a un piso de alquiler de libre mercado en el mismo municipio. Si siguen cumpliendo sus obligaciones, se les dan ayudas para el alquiler y sus necesidades básicas. Además, siguen recibiendo orientación para buscar empleo y clases de lengua castellana.
Las ayudas oscilan en su valor en función del número de miembros de la familia. Están obligados a buscar empleo de manera obligatoria, especializándose en áreas laborales en las que sea más fácil encontrar trabajo. Por supuesto, se les exige el cumplimiento de la ley española e informar de cualquier cambio que afecte a sus ingresos económicos.
En definitiva, pues, los afganos que ya han llegado a España y los que lo harán próximamente arrancan un camino arduo, pero cuentan con ayudas sociales que, a menudo, han generado polémica. Lo cierto es que el programa de acompañamiento, en caso de cumplir sus obligaciones, les facilita el arranque de una nueva vida en nuestro país.