La muerte de Esther López la madrugada del 13 de enero puso patas arriba la pequeña localidad de Traspinedo (Valladolid). Desde entonces nada ha vuelto a ser lo mismo. Sobre este pueblo de mil habitantes se extiende un tupido velo de silencio y desconfianza con el punto de mira en el eterno sospechoso.
La policía sigue investigando la muerte de Esther López como un atropello mortal con conductor a la fuga. La lista de sospechosos sigue encabezada por Ramón ‘El Manitas’, un vecino del pueblo. No hallaron en su propiedad ni una sola prueba que el incrimine, pero las miradas siguen fijas en él.
Ahora, su entorno ha roto el silencio para defender su inocencia y relatar el calvario que está viviendo. Lo ha hecho su hermana María en El Confidencial, en un artículo que firma el periodista Nacho Abad. Su teoría es que “alguien quiso quitarse el marrón de encima y se lo pasó a mi hermano”.
Se enteró por la tele
María se quedó de piedra cuando vio imágenes de su casa por la televisión días después de la desaparición de Esther. Así fue como se enteró de la detención de su hermano. “Pedí hablar con él y me contestaron que no podían decirme nada”, explica, pero finalmente recibió la confirmación de su abogada.
María empieza aclarando que lo de ‘El Manitas’ es un apodo inventado por la prensa y que nadie le conoce con ese alias. Considera que la detención de su hermano es un error, y que alguien le está queriendo perjudicar. “Durante los primeros días decidió ponerse en huelga de hambre, y yo lo entiendo”.
Para María, fue su manera de demostrar a los que le quieren que es inocente, “sobre todo a nuestros padres y a nuestros hijos”. Según revela, Ramón le contó que lo había pasado muy mal aquellos días. “Hubo algún guardia que le dijo que era culpable y hubo otras barbaridades que no voy a mencionar”, añade.
Defiende su inocencia
De hecho, según María “a los pocos días de quedar libre tuvo que ser ingresado en un hospital con una infección”. Afirma que los problemas de salud de su hermano “fueron derivados de los seis días de detención”. Ramón quedó en libertad, pero sigue siendo objeto de las miradas desconfiadas.
Su hermana rompe una lanza por él: “Lo que él me cuenta es que Esther era una persona maravillosa, íntima amiga suya”. Asegura que Ramón “la adoraba y le tenía un cariño extraordinario”. Por eso siempre ha creído en su inocencia: “Yo le conozco muy bien y sé que no es capaz de hacer algo así”.
María también revela que Ramón y Esther “llevaban tres meses sin verse, pero hablaban mucho por teléfono”. “Él me explica que charlaron dos o tres días antes de su desaparición, y que horas antes le llamó pero no pudo cogerle el teléfono”. Esa llamada quedó registrada y nunca supo qué quería decirle, explica.
Las sospechas sobre Ramón
Ramón estuvo bajo sospecha porque una de las dos últimas personas que estuvieron con Esther dio su nombre. “Según dijo, Esther les anunció que se iba a casa de mi hermano pero es mentira”. La hermana de Ramón asegura que “a su casa no fue nadie esa noche”.
El testigo también aseguró que Ramón le había dicho que había hablado con ella cuando ya estaba muerta. Según María “lo tergiversaron, porque él habló con ella dos días antes, no dos después”. Sobre que no quisiera entregar el teléfono, asegura que es porque “solo allí tenía los billetes para irse a Cuba”.
Hubo un cuarto motivo que hizo sospechar a los agentes, y es precisamente su intención de marcharse a Cuba. “Ramón ya había viajado tres veces a la isla anteriormente, se había echado novia y estaba preparando su boda”, revela María. Según dice, su intención era instalarse en España tras la boda.
La teoría de su hermana
Por todo ello, María cree que una de esas dos personas está intentando incriminar a su hermano para distraer la atención. “Pretendían distraer a los investigadores para que mi hermano fuera un cabeza de turco”, dice. “Alguien lo quiso meter en el ajo. ¿Por qué? ¿Ocultan algo? Da que pensar”.
La noche que ocurrió todo “Ramón estaba en casa, se pasó las primeras horas hablando con su novia por WhatsApp y se fue a dormir”. Según explica, “no vio a Esther aquella noche” y “al día siguiente fue a Valladolid a hacer unas gestiones”. Afirma que estuvieron hablando de temas triviales, muy relajados.
También rechaza la acusación de que su hermano tiene antecedentes violentos. “Hemos ido a pedir una hoja de antecedentes, y el Ministerio de Justicia acredita que es falso, que no tiene ninguna condena”. Por eso no entiende que le sigan considerando sospechoso, “nadie nos ha dicho qué delito se le imputa”.
Además, María ha querido lanzar un mensaje directamente a la familia de Esther: “Todos queremos que todo se aclare, estamos abiertos a que nos llamen y explicarles lo que necesiten”. “Pienso en la familia de Esther, en sus padres y en su dolor, y también exijo la verdad pero que no acusen a un inocente”.