Cuando aparecieron las primeras noticias sobre la llegada del coronavirus a España y ante la posibilidad inminente de un confinamiento, a los expertos les sorprendió la obsesión de los consumidores españoles por el papel higiénico. Junto a las mascarillas y el gel hidroalcohólico, el papel de váter se convirtió en producto estrella del coronavirus.
Pero no se trataba de un síndrome o un trastorno. Los expertos se basan en el fenómeno FOMO, siglas en inglés de la expresión «miedo a quedarse sin» (Fear Of Missing Out). De pronto empezó a extenderse el rumor de que este producto se estaba agotando en las tiendas, y la gente empezó a acudir en masa al supermercado por miedo a quedarse sin papel.
Pero el miedo a quedarse sin papel higiénico fue desapareciendo a medida que las estanterías volvían a llenarse de unidades de este producto. Ahora, sin embargo, hay una nueva obsesión: la harina y la levadura. Y es que si quieres hacer pan o un postre y sales a comprar harina es muy probable que no encuentres y tengas que ir dando vueltas por varios establecimientos.
Y de nuevo, las redes sociales vuelven a extender el pánico avisando de que estos días conseguir harina es casi una hazaña.
Los datos no mienten. El gobierno español confirma que según los responsables de los grandes supermercados, el consumo de harina se ha multiplicado por cuatro desde el inicio de la cuarentena, y en general el consumo de alimentos crece más de un 17% respecto el mismo período del año pasado.
Las primeras dos semanas del estado de alarma se empezó a comprar mucha pasta y arroz porque se consideran alimentos ideales para conservar durante largo tiempo. Pasada la primera fase del confinamiento se empezó a consumir más producto fresco, como la carne. El ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, explica que la harina es uno de los productos que más se vende estos días junto con la levadura.
Nuevos hábitos de los compradores
El aumento del consumo de este producto tiene una explicación lógica. Después de varios días de confinamiento, el miedo a la escasez de alimentos ha disminuido en la misma medida que ha aumentado el aburrimiento, y una buena forma de ocupar el tiempo libre es la repostería.
La repostería, dicen los psicólogos, es una actividad que se puede hacer en familia y sobre todo con los más pequeños, además de que hace el confinamiento más agradable. Por esto junto a la harina y la levadura, también ha habido un incremento en la compra de papel de horno, azúcar y edulcorantes y mantequilla.
Lo más curioso para los expertos es lo rápido que están cambiando los hábitos de los consumidores estos días y su evolución responde a las emociones de cada momento. Los psicólogos señalan tres grandes momentos de la cuarentena: el consumo de streaming, las quedadas virtuales y la repostería en familia.