El uso de mascarilla por parte de los niños, la presencialidad de las clases, el protocolo ante casos positivos y el ausentismo escolar son las cuestiones que más preocupaban a Gobierno, comunidades autónomas y comunidad educativa en el problemático inicio de curso que tantos quebraderos de cabeza está dando. Pero hay otros temas importantes.
Un tema que ha pasado desapercibido pero que puede ser conflictivo es qué hacer con el temario que quedó a medias en el curso pasado, interrumpido por la pandemia. Según la ministra de Educación, este escenario está previsto en el acuerdo con las autonomías.
Los alumnos cursaron el tercer trimestre desde casa con una metodología improvisada y con lagunas evidentes. Isabel Celaá dice que deben ser los centros los que hagan las adaptaciones del temario para readaptar los contenidos de aprendizaje esenciales, y que estos deben ser orientados por las autoridades educativas de su comunidades.
La ministra ha remarcado que el ministerio estará al lado de las autonomías para ayudar en todo lo que haga falta, también en esta adaptación, y ha explicado que «no hay que hacer solo un acompañamiento cognitivo en las necesidades de los alumnos si no emocional». Los centros ya han preparado sus protocolos, anunció.
La Asociación de Directores de Centros de Primaria e Infantil pone de relieve la implicación del claustro en esta tarea pedagógica. Según explican los profesionales, el planteamiento en el último trimestre fue no avanzar contenidos y todos esos conocimientos se concentrarán en las programaciones didácticas de este curso.
Pero el personal educativo advierte de un problema: estamos hablando mucho de termómetros, de geles, de toma de temperatura y de mascarillas, y no de contenidos académicos. El punto de partida para programar el curso 2020-2021 tienen que ser los informes que se hicieron en junio con los contenidos que se habían dejado de trabajar.
Plan de continuidad
A partir de ahí, los centros cuentan con varias opciones. Pueden dedicar los primeros meses a trabajar contenidos del curso anterior y programar el curso siguiente de otra manera, o integrar los contenidos no trabajados en el curso en la programación de este. En todo caso, al haber autonomía pedagógica queda a libre disposición de cada centro.
En la secundaria solo se avanzó en contenidos si había garantías de que toda la clase tenía acceso a la información y, en todo caso, no se evaluó. Por eso algunos centros han preparado un plan de continuidad, un protocolo que orienta a la hora de rehacer las programaciones teniendo en cuenta lo que se ha dejado de impartir y que se tiene que recuperar.
Desdoblar los grupos podría ayudar al repaso, pero el personal educativo duda mucho que los 41.000 contratos anunciados se lleven a cabo. Además, advierten que más que el temario es un problema de metodología, ya que en Infantil y Primaria la interacción y la socialización son vitales en esas etapas, y lo que se ha perdido es muy difícil de recuperar.