El Rey Felipe VI en un acto público con la bandera de España de fondo

Pedro Sánchez desvela por qué se ha distanciado del rey Felipe

Un sector liderado por Podemos aumenta el tono contra el monarca mientras el silencio y el apoyo tácito del resto del Gobierno les ampara

Que la relación no es la mejor entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el Rey Felipe VI, ha quedado demostrado en una larga lista de desplantes a la que ahora se suma uno nuevo. El silencio del presidente ante los ataques de sus ministros al rey Felipe escenifica el malestar del Gobierno ante la Casa Real.

La polémica nace en torno al veto del Gobierno al Rey Don Felipe en el acto oficial de entrega de despachos a los jueces el pasado viernes. Moncloa justifica su derecho al veto para evitar más tensión en el contexto de la inhabilitación del presidente de la Generalitat, Quim Torra.

La decisión del Gobierno fue criticada por la oposición, que ven en la maniobra un intento de complacer a los independentistas catalanes en plena mesa de diálogo para rebajar la tensión. Pero el enfrentamiento ha ido a más con los ataques públicos de algunos miembros del Gobierno al rey Felipe, sobre todo el de Alberto Garzón.

El ministro de Consumo publicó en redes sociales un polémico mensaje: «La posición de una monarquía hereditaria que maniobra contra el Gobierno democráticamente elegido, incumpliendo de ese modo la constitución que impone su neutralidad, mientras es aplaudida por la extrema derecha, es sencillamente insostenible».

Otros ministros critican en privado los ataques al rey, pero en público el Gobierno mantiene una misma línea avalada por los silencios y el apoyo tácito. Juan Carlos Campo, el ministro de Justicia, defendió la decisión del veto por «la seguridad en Cataluña», mientras que el ministro Manuel Castells habló de «prudencia».

Críticas del sector de Podemos

No hay que olvidar que el rey Felipe VI jugó un papel fundamental en las jornadas decisivas del referéndum y la proclamación unilateral de independencia en octubre de 2017. Desde entonces, en el marco mental del nacionalismo en Cataluña, su figura se ha convertido en uno de los grandes símbolos de la represión del Estado contra el independentismo. 

Y en plena mesa de diálogo con la que Pedro Sánchez quiere aquilatar el apoyo de ERC como socio preferente y pasar a la historia como el presidente que pacificó Cataluña, la figura del rey Felipe genera incomodidad. Más inclusive en un acto de los jueces a pocos días del anuncio de la inhabilitación del presidente catalán, Quim Torra, por desobediencia.

De hecho, fuentes del Gobierno aseguran que el ministro de Justicia intentó maniobrar para que el acto se celebrara unos días después, algo que fue rechazado por el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes. La versión de los jueces niega que el Gobierno se haya dirigido a Lesmes, ni para explicar los motivos ni para cambiar la fecha.

Fue el ministro de Universidades, Manuel Castells, quien fue un paso más allá al declarar que «hay una herida abierta en parte de la sociedad catalana por el desafortunado discurso del rey del 3 de octubre de 2017».

Castells forma parte, junto a Garzón, de un sector liderado por Unidas Podemos contrario a la actuación del rey. Creen que se equivocó con aquel discurso porque rompió su obligación de neutralidad y agravó la situación en Cataluña. El silencio de Pedro Sánchez, en todo caso, les ampara.