La pequeña Ane, que nació prematura el 27 de diciembre de 2019 con 24 semanas y 600 gramos de peso, acabó falleciendo por un error médico. Los médicos le dieron el fármaco durante unas 48 horas. A causa de este error la recién nacida sufrió un fallo renal y un derrame cerebral, falleciendo finalmente.
«Queremos saber qué y cómo ocurrió, en honor a Ane; y sobre todo que no vuelva a ocurrirle a nadie. El sufrimiento que estamos pasando... no hemos vuelto a ser los que éramos antes. Todo el rato, una y otra vez, te haces las mismas preguntas: ¿Qué hubiera pasado si...? ¿Estaría viva?», se preguntan los padres en una entrevista para 'El Español'.
Tras sufrir un sangrado con pérdida de líquido amniótico, los médicos decidieron realizarle una cesárea. «Nos advirtieron de todos los riesgos, de que las probabilidades eran un 0 y 100%. Sí o no. Pero la evolución fue muy buena, no nació con ningún problema, salvo que sus pulmones no estaban totalmente desarrollados», cuentan los progenitores.
«Te sientes impotente, no sabes qué hacer. Estuvimos un mes en shock»
«No paraba de moverse con los cables, llegó incluso a sacarse una sonda de la boca. Para lo pequeña que era, era muy vital», cuenta su madre. Los médicos les advertían de que se le habían paralizado los riñones y que no había nada que hacer. «Avisad a vuestra familia, la niña se va».
«Al día siguiente, vimos que tenía un espasmo en las piernas y le pusieron los electrodos para medir la actividad cerebral. Después supimos que el propofol le había causado un derrame cerebral. No había actividad. Esa madrugada, a las 04.00 horas nos avisaron de que no había nada que hacer y de que teníamos que tomar una decisión», recuerda Ion.
«Le habían puesto un anestésico que le había anulado todas las capacidades motoras, en lugar de unos lípidos para engordar al bebé. Te suena a algo surrealista. Te sientes impotente, no sabes qué hacer. Estuvimos un mes en shock», señalan Ion y Elisabeth.
«Queremos saber por qué se tardó tanto en comunicarnos lo sucedido»
Los padres denuncian que la enfermera jefe se confundió porque «ambas sustancias eran muy lechosas y que habían comprobado que podían dar lugar a confusión; nos pareció un insultó no solo a nosotros, sino a todos los sanitarios», denuncian.
La familia reclamó indemnizaciones por daños. En concreto, unos 150.000 euros para cada uno de los padres de la niña fallecida. «Queremos saber por qué se tardó tanto en comunicarnos lo sucedido y qué ha fallado en la distribución de los medicamentos. El día 5 de enero se dieron cuenta de que se le estaba administrando propofol y dejaron de dársela. ¿Por qué tardaron una semana en decírnoslo? La incineramos, la enterramos y ahora no se le puede hacer una segunda autopsia. Tienen que asumir su responsabilidad; y después, estaremos dispuestos a llevarlo por la vía penal», sentencian.