El 31 de marzo de 2017, Lidia sufrió lo más doloroso que le puede pasar a una madre. Su hija Yurena fue asesinada por su pareja en Lomo Magullo (Gran Canaria). Desesperada, esta madre buscó refugio en la parroquia del padre Báez.
Fernando Báez Santana se ha hecho tristemente conocido a raíz del caso de Anna y Olivia. El polémico párroco atribuyó la muerte de las niñas «a la infidelidad de la madre». Lo hizo en un mensaje de Twitter que luego tuvo que borrar junto con otros.
Pero el historial del párroco es largo y ahora están apareciendo nuevos testimonios que destapan su lado oscuro. Como el caso de Lidia, que al dolor de la muerte de su hija se sumó el trato vejatorio por parte del cura.
Según ha explicado Lidia a la Cadena Ser, el padre Báez no solo no le dio consuelo sino que defendió al asesino de su hija. Le pidió que entendiera «a este pobre muchacho porque vio que el amor de su vida lo abandonaba».
El párroco le dijo que el asesino de su hija «se vio tan impotente que no le quedó otra que asesinarla por amor». Lidia asistió atónita a las palabras del cura, según el cual «si la pareja hubiera seguido el camino del Señor, eso no hubiera pasado».
Las afirmaciones causaron un gran dolor en Lidia: «me afectó, me hundió». Años después, ha tenido que ver su imagen de nuevo en las televisiones. Esta vez por las polémicas palabras sobre el caso de las niñas desaparecidas de Tenerife.
El caso de Yurena, asesinada por su marido
El asesino al que defendió el padre Báez se llama Ayoze Gil. Tenía 34 años cuando mató a su pareja, Yurena López, de 23. La estranguló, embaló su cuerpo y la introdujo en el coche con la intención de hacer desaparecer el cuerpo.
Luego se dirigió a casa de su madre, donde confesó haberla matado. Acto seguido fue a la policía para contarlo todo. Los agentes se desplazaron hasta el lugar donde estaba el cuerpo, pero Yurena llevaba ya horas muerta y no pudieron hacer nada por ella.
La pareja llevaba dos años de noviazgo y vivían juntos en una casa del barrio, con sus perros. Yurena era una gran amante de los animales. Sus amigas la describen como una joven «siempre alegre, siempre dispuesta a ayudar a los demás».
Al parecer, la relación que mantenían era tormentosa y con discusiones constantes. Yurena le había comentado a su madre que Ayoze no la trataba bien. Estaba pensando en dejar la relación, y ese podría haber sido el detonante del crimen.
El calvario de la familia de Yurena
Ayoze sigue en prisión por el asesinato de la chica. Pero el calvario de la familia de Yurena no hizo más que empezar. Tras pedir que todo el peso de la justicia cayera sobre el asesino, Lidia empezó a recibir amenazas de la nueva pareja del joven.
«Tu hija se lo merecía por ir en contra de mí», «cállate o te las verás conmigo», «pobre de ti que sigas diciendo cosas». Son algunas de las amenazas que recibió por redes sociales. A eso se suman los insultos cuando se cruzan por la calle.
No contenta con eso, la pareja de Ayoze llevó a la madre de Yurena ante la justicia. La familia vive un acoso constante. A la abuela de la víctima le arrojaron aceite hirviendo desde una ventana, que le provocó quemaduras por todo el cuerpo.
El padre Báez, un personaje polémico
Para el resto de España tal vez sea un desconocido, pero en Gran Canaria el padre Báez es toda una institución. Se le conoce como el cura de la boina y el polo amarillos. Siempre con un garrote de pastor en la mano, no deja indiferente a nadie con sus palabras.
Exagerado en sus formas y desmedido en sus palabras, suele mostrar sus opiniones sin reparos. A pesar de sus desvaríos, sigue dando misa en Lomo Magullo, e imparte su particular catequesis machista a los niñas del barrio y sus alrededores.
Se ha hecho famoso por sus peroratas en medio del campo y agitando su garrote. Habla de todo, desde la fauna canaria a los asuntos políticos locales. Pero esta vez ha cruzado una línea roja, y ahora está siendo investigado por un presunto delito.
Invocando al profeta Jeremías y el camino recto de la iglesia, atribuyó el crimen de Anna y Olivia a la infidelidad de la madre. Los españoles se han puesto las manos en la cabeza. En Gran Canaria, sin embargo, el escándalo no les ha venido de nuevo.