Parece que no hemos acostumbrado a las cifras de contagiados y fallecidos por Covid-19. Lo que al inicio de la pandemia supuso un antes y un después en nuestro modo de entender la vida, ahora parece que, aunque nos escandalicen, algunos siguen sin aceptar que la mejor manera de contener los contagios es cumpliendo las medidas de seguridad y aplicando medidas más restrictivas. Estamos en una tercera ola mucho más devastadora que la primera y los hospitales advierten de que no pueden más.
Al gran número de enfermos por coronavirus que llegan a diario a los hospitales, se les suma la dificultad que eso conlleva para tratar a pacientes con otras patologías, un problema que va aparejado al virus: «Las muertes debidas a la Covid-19, y las muertes indirectas por falta de atención adecuada a otras patologías, aumentan de forma proporcional al aumento de la incidencia» explicaban desde la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas).
Casi llegamos a cumplir el objetivo marcado por Sanidad
Antes de que dieran comienzo las vacaciones de Navidad, el Ministerio de Sanidad anunció que el objetivo principal era llegar a «50 casos en 14 días», teniendo siempre como base los casos por 100.000 habitantes. Parecía que se podía alcanzar tras las cifras registradas en el mes de Noviembre: comenzó el mes con 521,07 y terminó con 275,51. Pero todo se fue al traste con la flexibilización de las medidas.
Antonio Guirao, experto en la evolución de la epidemia, ya lo predijo y advirtió que los rebrotes comenzarían a partir del «15 de diciembre». Justo después del puente de la Constitución donde en muchas ciudades las restricciones se relajaron. Unos rebrotes que fueron incapaces de controlarse con la llegada de las navidades y que ahora sufrimos las consecuencias con récords nunca alcanzados.
«Se llegó a Navidad en fase creciente y con inercia» explica Guirao quien considera que las cifras tan altas de contagios equivalen a como si «casi como si no hubiese habido mascarillas». El alto número de contagios registrados durante diciembre, sumado a la relajación de las medidas para salvar la Navidad fue «explosivo: combustible sobre un fuego ya encendido».
Tal y como cuenta el experto, estamos ante una situación epidemiológica muy complicada, puesto que «la epidemia ha adquirido un tamaño tan grande que ahora se necesita mucho tiempo para lograr frenarla».
La Semana Santa puede acabar teniendo los mismos efectos que las navidades
Cuando todavía no hemos logrado doblegar la curva de la tercera ola, la comunidad de Madrid ya ha planteado su intención de flexibilizar algunas restricciones. Básicamente las que hacen referencia a la hostelería para frenar el impacto económico del sector. Algunas voces se han alzado en contra, pero esto podría ser la antesala a nuevas relajaciones que, teniendo en cuenta la situación actual, sería un gravísimo error.
«Las fechas de la Semana Santa coinciden con una ventana de riesgo. La situación, casualmente, es similar a la de esta tercera ola. Es posible que se plantee flexibilizar las medidas a final de febrero o principio de marzo» señala Guirao sobre la posibilidad de que dentro de unas semanas las medidas se relajen para favorecer el sector del turismo.
Un escenario que recordaría al de Navidad y que podría tener las mismas consecuencias que estamos padeciendo ahora: «Podría rebrotar la epidemia a lo largo de marzo, poco a poco, pero con el efecto amplificador de la Semana Santa, que haría de combustible sobre una epidemia ya encendida de atrás. Tendríamos un escenario similar a lo que ha pasado ahora».
En este sentido, lo que pase en Semana Santa marcaría los meses de verano. Por ello, la única manera de evitarlo es no conformarnos con 200 contagios por 100.000 habitantes y seguir luchando para alcanzar los 50 previstos con anterioridad. O llegar hasta cero, como lo han conseguido en Australia o en algunos países asiáticos.