Ante una de las peores epidemias de la humanidad y sin apenas tiempo para reaccionar, los científicos de todas las disciplinas han ido estableciendo un cierto consenso en torno a las reglas básicas para luchar contra el Coronavirus. Pero, ¿y si nos estamos equivocando en la forma de entender el problema y esto nos lleva a errar también en la forma de atajarlo?
Porque según algunos científicos muy prestigiosos el Covid-19 podría no ser una pandemia, y esto obligaría a revisarlo todo. Según esos expertos, lo que estamos padeciendo en una sindemia, un neologismo que significa la interactuación de dos o más enfermedades.
Quien pone sobre aviso es Richard Horton, el editor de una de las revistas científicas más célebres, The Lancet, que asegura que por un lado está el SARS-CoV-2, el virus que causa la Covid-19, y por el otro una serie de enfermedades no transmisibles que actúan como un cóctel mortal cuyo detonador es el nuevo coronavirus.
Según el científico, hasta ahora «todas nuestras intervenciones se han centrado en cortar las vías de transmisión viral», pero el coronavirus y otras enfermedades interactúan en un contexto social y ambiental caracterizado por una profunda inequidad social. Entender cómo funciona una epidemia es esencial para dar con la tecla adecuada en el combate contra ella.
El término sindemia apareció en los años 90 para explicar la interacción de dos o más enfermedades cuya combinación causa un daño mayor que la mera suma de ellas, algo que además se ve favorecido por condiciones sociales y ambientales.
En el caso del nuevo coronavirus, los científicos perciben la coincidencia con toda una serie de patologías previas o sobrevenidas, tales como el cáncer, la diabetes o los problemas cardíacos. Además, hay un alarmante desequilibrio: la epidemia tiene un mayor impacto en comunidades empobrecidas, con bajos ingresos y minorías étnicas.
Sin ir más lejos, la investigadora Tiff-Annie Kenny, que trabaja con poblaciones afectadas por la inseguridad alimentaria, el cambio climático y las condiciones de la vivienda, confirma que la diabetes y la obesidad, dos de los principales factores de riesgo para la Covid-19, afectan más a individuos con bajos recursos.
No sólo eso, sino que aquellas personas que viven en peores condiciones de salubridad o tiene menos recursos económicos, tienen muchas más dificultades para lavarse las manos o mantener la distancia social.
La conclusión de esos expertos es que la pandemia (o sindemia) de la Covid-19 no se resolverá únicamente por la vía médica. Según explican, hay una evidencia cada vez mayor de que la gripe y el resfriado común son contrasindémicos, es decir, si una persona está infectada con los dos virus, una de las enfermedades no se desarrolla.
En el caso de la sindemia, la clave es que sí hay una interacción de las enfermedades, y eso obliga a cambiar la estrategia. Hay que pasar, según Kenny, del enfoque clásico de la epidemiología a una visión de la persona en su contexto social. Es una visión compartida por muchos científicos, que defienden que para frenar el avance del coronavirus hay que fijarse en las condiciones sociales que hacen que ciertos grupos sean más vulnerables a la enfermedad.
El médico estadounidense Merrill Singer, inventor de la palabra sindemia, explica lo que hay que hacer para acabar con el coronavirus: «tenemos que abordar los factores estructurales que hacen que a los pobres les resulte más difícil acceder a la salud o a una dieta adecuada». No hacerlo supondrá, en su opinión, enfrentarse a otra pandemia como la del Covid-19.
¿Cuándo será eso? Según Singer, lo que tarde una enfermedad existente en escapar del reino animal para pasar a los humanos, como el ébola y el zika, y estamos contribuyendo a ello con la invasión del espacio de especies salvajes, el cambio climático y la deforestación.
El editor de The Lancet, Richard Horton, concluye de forma tajante: «No importa cuán efectivo sea un tratamiento o cuán protectora una vacuna, la búsqueda de una solución para el Covid-19 puramente biomédica fracasará».