En los últimos días la siderúrgica de Azovstal se ha convertido en el último reducto de la resistencia ucraniana en Mariupol, al sur del país. El ejército ruso ha endurecido la ofensiva contra esta pequeña ciudad. En ella permanecen unos 200 civiles y un número indeterminado de soldados.
Entre los fallecidos de Azovstal se encuentra Natalia Luhovskaia, psicóloga perteneciente al controvertido batallón Azov. El mismo en el que también luchó su hijo Yuri, un francotirador abatido en 2018 por otro francotirador ruso. Natalia decidió quedarse hasta al final al lado de sus compañeros.
Azov es uno de los grupos paramilitares de extrema derecha incorporados a las fuerzas armadas ucranianas durante la guerra contra Rusia. Su ideario es netamente fascista, con simpatía hacia los nazis. Desde el inicio de la invasión rusa se ha revelado como uno de los actores militares más activos.
Madre e hijo muertos
Entre los miembros del batallón Azov se encontraba Natalia Luhovskaia, una psicóloga que llevaba años participando en la guerra. Antes de la invasión prestaba asistencia psicológica a los soldados en Sosnovska (Lvov). En 2018 perdió a su hijo Yuri Lugovski, soldado del batallón de fascistas radicales.
Yuri Lugovski había sido uno de los miles de ucranianos que se incorporaron al batallón durante la guerra del Donbass, en 2014. Como especialista francotirador había participado en las batallas de Shirokino y Mariupol, en Donetsk. El 9 de marzo de 2018, una bala de un francotirador ruso acabó con su vida.
Con la muerte de su hijo Natalia se comprometió definitivamente como miembro activo del batallón. Tras la invasión de Rusia, en febrero de este año, Natalia se incorporó a la ofensiva y decidió permanecer hasta el final en la defensa de Mariupol. La resistencia ucraniana le reivindica como una heroína.
La consideran una heroína
“Después de la muerte de su hijo, Natalia continuó su trabajo y se quedó con los soldados en Azovstal hasta el final”, dicen las autoridades locales. Según cuentan, esta psicóloga habría muerto durante uno de los ataques rusos a Mariupol. El ayuntamiento de la ciudad ha emitido un elocuente mensaje.
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“Bendita sea su memoria, y eterna gloria sea dada en su sacrificio”, dice el comunicado. También recuerdan a su hijo como “héroe de la nación”, muerto de un disparo en el pueblo de Vodiane, en Donetsk. Era conocido por el sobrenombre de guerra “Barrett”, y tenía 23 años cuando murió.
Rusia lleva días ejerciendo un asedio atroz sobre la metalúrgica de Azovstal, donde ya casi no quedan civiles. Miles de personas han muerto desde el inicio de la invasión, y otras tantas han sido evacuadas en corredores humanitarios. Es el último reducto que le queda a Putin para declarar la conquista de Mariupol.
El asedio de Azovstal
Según el alcalde de Mariupol, al menos 22.000 personas habrían muerto ya en el asedio del ejército ruso. El gobierno ucraniano denuncia que las tropas rusas han aniquilado por completo la ciudad y la han quemado. Se trata de uno de los enclaves imprescindibles para el control del Mar Negro.
Esta siderúrgia fue construida en la época soviética como una pequeña ciudad llena de pasos subterráneos y búnkeres. Esas estructuras han sido aprovechadas por los resistentes para esconderse de los ataques rusos. Civiles y militares quedaron atrapados bajo los edificios colapsados.
La situación era tan desesperante que los últimos resistentes aseguraban tener heridos y muertos amontonados en los búnkeres. Putin tenía planeado inicialmente asaltar la ciudad, pero finalmente cambió sus planes. Ordenó a sus tropas rodear la ciudad y bloquearla “para que no escape ni una mosca”.