Vecinos paseando por una de las localidades leridanas afectadas por los rebrotes

El miedo de los vecinos que ya están confinados en España: ‘Van de aquí para allá’

Las autoridades admiten descontrol con los temporeros pero no se sabe las zonas afectadas y los vecinos se señalan con el dedo

La nueva normalidad en España ha traído consigo un nuevo tipo de aislamiento que Sanidad llama «selectivo» o «quirúrgico». Hasta ahora se hablaba de la posibilidad de aplicarlo, pero desde este fin de semana ya es una realidad con el cierre de dos comarcas con rebrotes en el Segriá, Lérida (Cataluña) y A Mariña, Lugo (Galicia).

La duda era cómo se aplicaría el nuevo confinamiento y qué consecuencias tendría. La primera experiencia de confinamiento selectivo en la comarca del Segriá, en Cataluña, revela confusión y desconfianza entre los vecinos. En el entorno de las empresas hortofructícolas donde se han detectado los brotes reina el secretismo y la rumorología. 

«¿Qué dicen que en esta empresa hay un brote?», decía una de las trabajadoras, «a mi nadie me ha dicho nada y yo vengo a limpiar pero con las medidas de seguridad normales». En esta comarca leridana nadie puede entrar ni salir salvo por motivos laborales.

Es una de las consecuencias del nuevo confinamiento que ha aplicado la Generalitat tras la aparición de ocho brotes en las últimas semanas. El gobierno catalán admite el descontrol con los temporeros, pero al mismo tiempo nadie conoce cuáles son las zonas afectadas y los vecinos se señalan unos a otros mientras las cooperativas siguen con su actividad.

En el pueblo de Aitona, una de las localidades afectadas, los vecinos critican la falta de información: «No entiendo tanto secretismo», dice una comerciante del pueblo, «se habla de que la culpa la tienen los temporeros, pero no lo tengo claro porque en mi edificio vinieron a desinfectar después de que hubiera dos casos, un mecánico y un peluquero».

Denuncian la precariedad

En la cooperativa de Aiton reconocen que son muchos los temporeros que han dado positivo, pero desde la directiva lo niegan. Dicen que se ha invertido mucho dinero en asegurar la protección de los trabajadores, pero un agricultor del pueblo lo tiene claro: «En Airona hay bastantes casos porque los inmigrantes van de aquí para allá». 

Decenas de temporeros pueden dormir y ducharse en un pabellón de Lérida cada noche, pero por el día el recinto permanece cerrado. Si no están en el campo, solo pueden deambular por la ciudad. Este fin de semana, con las altas temperaturas, la ciudad estaba vacía y solo paseaban por las calles los temporeros que estaban en sus horas de descanso.  

Por su lado, los señalados denuncian la precariedad laboral y la falta de medidas de protección. «Estoy preocupado, pero como en cualquier sitio, porque yo necesito trabajar», dince uno de los temporeros, y otro señala la estigmatización que sufre el colectivo: «Ojalá fuera Michael Jackson para convertirme en blanco». 

En Soses, otro pueblos de la comarca, señalan el foco de Aitona y reconocen el recelo entre los vecinos. «Hay también agricultores contagiados, pero parece que por los temporeros», dice el dueño de un bar, pero matiza que «la gente parece que tiene miedo, pero el ambiente es como antes del confinamiento».