La vida de Itziar Prats se paró el 25 de septiembre de 2018, cuando su exmarido mató a sus dos hijas, Martina y Nerea, de 3 y 6 años, en Castellón. Esta mujer se ha convertido en una heroína incansable en busca de justicia. Ahora, su dedo señala directamente al Estado español.
Después del asesinato de sus dos niñas ha habido diez menores más asesinados por sus padres o sus madres. Sin embargo, esta mujer denuncia que “no se ven cambios”. Por eso lleva tiempo pidiendo al Estado que reconozca su «funcionamiento anormal».
El último repunte de la violencia de género y la violencia vicaria dan la razón a Itziar. En su caso particular, quiere el reconocimiento público de que hubo un fallo del sistema. «No me devolverá a mis hijas, pero me dará tranquilidad», explica esta madre.
Su exmarido le amenazó durante meses con arrebatarle a sus niñas: “Me voy a cargar lo que más quieres”. Pero ni la policía, ni el centro de la mujer, ni la jueza ni el fiscal le hicieron caso. Hasta que un día, Ricardo Carrascosa cumplió su venganza y mató a sus hijas.
Itziar Prats había acudido al médico por maltrato, y el facultativo alertó al juzgado. También fue al centro de la mujer, donde le dijeron que los hombres suelen decir estas cosas pero nunca las cumplen. La última vía que le quedaba era la de la denuncia.
Lo hizo de madrugada alegando que temía por la vida de sus hijas. Pero el protocolo para evaluar el riesgo ni siquiera incluía preguntas para los menores. Finalmente, sin ninguna protección de las administraciones, las pequeñas fueron asesinadas por su padre.
Sus muertes removieron conciencias y lograron cambiar los protocolos de protección de los menores. Pero la reclamación de Itziar sigue sin respuesta. Quiere que el Estado se haga responsable del cúmulo de errores que llevó a la muerte de dos niñas pequeñas.
El crimen de Martina y Nerea
Ricardo Carrascosa era natural de Villanueva del Arzobispo (Jaén). Llegó a Castellón para trabajar de azulejero, su profesión. Allí conoció a Itziar, una educadora social que trabajaba en un centro de la zona y con la que tuvo dos hijas, Martina y Nerea.
La relación entre ambos se deterioró y hacía tiempo que ya no vivían juntos. Ella decidió poner punto y final, y se instaló en un piso cercano para poder estar cerca de las niñas. Estas dormían en casa de su padre y el resto del día lo pasaban con su madre.
Tras la separación, Ricardo empezó a amenazar a su ex. Llevaba tiempo en el paro y culpaba de todos sus males al fracaso de su relación. Además, temía que su situación económica llevara al juez a otorgar la custodia de las niñas solo a la madre.
A partir de entonces aumentó su agresividad y empezó a amenazar de forma más insistente a su ex. Por el barrio iba diciendo que ella era la causante de todos sus males. Finalmente, decidió causarle el mayor daño posible arrebatándole lo que más quería.
La madrugada del 25 de septiembre de 2018, Ricardo asesinó a sus hijas a cuchilladas y se arrojó por la ventana del sexto piso. Martina tenía 3 años, y Nerea hubiera cumplido 7 en noviembre. Itziar tuvo que reconocer el cadáver de su marido, muerto en el asfalto.
Luego subió al domicilio en busca de las niñas, y allí se desmayó. Tras enterrar a sus dos hijas se fue de Castellón y volvió al lugar de su infancia, Madrid. Desde entonces se hundió en la depresión, abandonó todos sus hobbies y se centró en su trabajo.
Sigue adelante con su lucha
Lo único que la ha mantenido con vida es su compromiso en la lucha contra la violencia de género. Siempre le acompañan dos mariposas lilas enganchadas en el jersey, o como adorno en el bolso y los pendientes. La mariposa grande es Nerea, la pequeña Martina.
Ellas sin el símbolo de la lucha que lleva a cabo esta madre coraje y que ha dado lugar a una asociación: El latido de la mariposa. Las lucen jueces, fiscales y altos representantes. Como Pedro Sánchez, que tuvo un mensaje de cariño hacia ella.
“Itziar denunció pero algo falló. Debemos volcarnos en la protección a las mujeres y menores víctimas de la violencia machista. No podemos volver a fallar”, publicó el presidente del Gobierno en su cuenta de Twitter.
Sin embargo, a fecha de hoy el Estado no se ha disculpado públicamente por los errores cometidos. Un mes después de los asesinatos, Itziar denunció que España incumplía el convenio de Estambul. Contró con la ayuda del Defensor del Pueblo.
Ahora, mil días después del asesinato de sus hijas, Itziar sigue luchando para que el Estado se responsabilice de sus errores. Es una forma de saldar cuentas con su pasado. Pero también de seguir impulsando cambio para proteger a los menores de cara al futuro.