Leticia Rosino Andrés tenía 32 años cuando fue asaltada, violada y asesinada con una piedra de cinco kilos en Castrogonzalo (Zamora). El autor de los hechos tenía 16 años, y por lo tanto fue juzgado con la Ley del Menor. El resultado, ocho años de internamiento de los cuales ya ha cumplido la mitad.
La madre de Leticia, Inmaculada, ha estallado contra el sistema judicial: “El asesino de mi hija saldrá a la calle en cuatro años y Leticia está en un nicho”. En una entrevista en El Español, pide el endurecimiento de las penas y menciona incluso la cadena perpetua. “¿Qué piedad ha tenido ese asesino con la víctima”, se pregunta.
Diego confesó ser el autor del crimen, sucedido el 3 de mayo de 2018, pero no reconoció haberla violado. Desde entonces está cumpliendo una condena de ocho años, y le quedan cuatro por delante. Una vez pasado ese tiempo será un hombre libre, lo cual plantea muchas dudas sobre el sistema judicial.
El salvaje crimen de Leticia Rosino
3 de mayo de 2018, cuatro y media de la tarde: un adolescente de 16 años, Diego, sube el rebaño a pastar al monte en la pequeña localidad zamorana. Lo hace a través de un camino junto a la carretera hasta alcanzar la loma, y se tiende en un tejado mientras las ovejas pastan. Sobre las seis de la tarde aparece Leticia caminando.
Según confesó él mismo, lanzó un ataque brutal por la espalda a la joven agarrándola del cuello y tapándole la boca. La obligó a cruzar la carretera durante unos 50 metros en los que ella, intentando zafarse, llegó a perder las zapatillas. Detrás de una pista deportiva la intentó agredir sexualmente y la golpeó la cabeza con una piedra de grandes dimensiones.
El agresor la siguió arrastrando y golpeando, y arrojó el cuerpo sin vida por el barranco. Luego se deshizo de la piedra, se lavó las manos y volvió a su casa. Cuando fue detenido culpó a su padre de haberlo hecho, algo que luego quedó descartado.
'Hay que endurecer la ley'
La autopsia de Leticia reveló lesiones mortales en el cráneo y en la cara, y graves heridas en el cuello. Según las conclusiones de la investigación, el agresor mató a la víctima porque esta intentó defenderse de la agresión sexual. El cadáver apareció sin pantalones ni ropa interior, con signos de haber sufrido una muerte violenta.
Inmaculada, madre de la víctima y presidenta de la Fundación Leticia Rosino, es partidaria del endurecimiento de las penas. “En la mayoría de los casos de violaciones y asesinatos, los culpables salen impunes”, afirma, “pero la chica que la violan queda traumatizada para toda la vida”.
Su petición es clara: “Hay que endurecer la ley para que quien vaya a matar se lo piense dos veces, y si es cadena perpetua, ¿por qué no? ¿qué va a aportar esa gente luego a la sociedad? Somos una sociedad piadosa, pero ¿qué piedad ha tenido ese asesino con su víctima?”.
En contacto con familiares de Laura Luelmo y Sandra Palo
Según cuenta Inmaculada, “mi hija estaba muy ilusionada con ser madre, tenía su trabajo, quería viajar, hacer muchas cosas. Viene un chaval, te cruzas con él y se acabó todo, te quita la vida por un antojo, y ahora qué”. Lamenta que “esa persona está ahora con todos sus privilegios, va a salir a la calle y Leticia metida en un nicho”.
También teme el día que el asesino salga a la calle: “Ahora sabes que está encerrado, pero cuando salga a la calle va a ser complicado”. Por eso luchan para que el caso de Leticia no se olvide, y para cambiar la ley de cara a los violadores y los asesinos. “Se trata de un asesino, un depredador, y pronto estará en la calle”.
Están en contacto con otras familias que pasan por lo mismo, como la de Laura Luelmo o Sandra Palo. “Ha habido otras personas que se han puesto en contacto con la Fundación. Sienten impotencia y piden ayuda, porque tienen el mismo problema de haber perdido hijos a manos de menores.
La petición de la madre de Leticia
Lo que pide la familia de Leticia Rosino es una vieja reivindicación: el endurecimiento de la ley del menor. Una demanda que genera mucho debate, aunque para esta madre está claro. “Lo que pedimos no es un capricho ni una venganza, es reclamar que se aplique un castigo que vaya acorde con lo que significa la vida”.
Por eso no entiende algunos posicionamientos en contra. “Cuando oigo tertulias, me hierve la sangre, cuando dicen que hablamos desde la rabia y el dolor. ¿Cómo quieren que hable entonces? Es muy fácil dar consejos desde una silla cuando tu familia está bien y no tienes ese dolor”, afirma rotundamente.
Leticia era ingeniera técnica agrícola y estaba muy vinculada con la Universidad de Salamanca. Había vivido en Gran Bretaña los últimos años por motivos de trabajo, y acababa de volver a Zamora, donde vivía con su novio. Aquella tarde salió a pasear y ya no volvió nunca más: ahora solo esperan a que se haga justicia.