La historia de Lina Medina, la mamá más joven de la historia, sigue rodeada de misterio. Pero por extraño que parezca, el caso es real, y esta niña peruana se quedó embarazada a los cinco años. Hoy tiene 88 años y vive en el anonimato. Su hijo, Gerardo Medina, murió a los 40 años por una rara enfermedad típica del incesto.
Lina Medina fue la penúltima de ocho hermanos nacidos en el seno de una familia pobre de los Andes peruanos. Pero ella era diferente a los demás: a los dos años y nueve meses tuvo la primera menstruación, y poco después creció vello púbico en sus genitales. En un entorno rural y analbeto, esas señales fueron vistas como algo mágico. Sobrenatural.
No le dieron importancia, hasta que un día de 1939, cuando la niña había cumplido cinco años, fue ingresada en el hospital con dolor abdominal y una evidente protuberancia. El miedo inicial a que fuera un tumor se convirtió en estupefacción cuando el médico confirmó a sus padres que estaba embarazada de siete meses.
Seis semanas más tarde, la niña Lina dio a luz a Gerardo Medina. El parto fue por cesárea, y contra todo pronóstico, el bebé sobrevivió y no tenía ninguna malformación. Era un 14 de mayo de 1939 y Lina se había convertido en la madre más joven de la historia, con un bebé que pesó 2.700 gramos. Madre e hijo abandonaron el hospital poco después, y se convirtieron en el centro de atención de médicos y expertos que buscaban una explicación.
Por raro que parezca, el caso de Lina Medina tiene una explicación médica y se llama pubertad precoz. Sucede en uno de cada 10.000 niños y puede llevar a que un niño alcance la madurez sexual antes de los ocho años. Es un fenómeno que ocurre sobre todo en las niñas, y que en el caso de Lina explica el sangrado precoz y el vello púbico.
¿Quién era el padre?
Lina fue sometida a toda clase de estudios médicos, y llegaron a la conclusión de que sus senos se formaron cuando tenía 4 años y que sus caderas se ensancharon a los cinco. Los cambios de su cuerpo convirtieron a aquella niña en una mujer madura y permitieron que se quedara embarazada. Pero seguía habiendo una incógnita: ¿Quién era el padre?
Puesto que solo un niño de cada 10.000 tiene pubertad precoz, es probablemente imposible que el padre fuera un niño del entorno de Lina. Demasiada casualidad. La niña siempre mantuvo el secreto guardado, y a fecha de hoy sigue sin soltar prenda. Siempre se sospechó de su padre, que incluso llegó a estar detenido aunque lo soltaron por falta de pruebas. También de su hermano mayor, Amador. Además, en la zona de Perú donde vivía Lina eran habituales los festivales religiosos con ritos sexuales, y ahí podría estar la clave.
Pensaba que su madre era su hermana mayor
El caso de Lina generó una irresistible atracción mediática y llegaron a ofrecer grandes cantidades de dólares para contar su historia en exclusiva. Incluso les ofrecieron participar en espectáculos, pero su familia rechazó todas las ofertas una por una. El silencio de Lina se ha mantenido durante todos estos años, y muchos creen que se trató de un fraude. Pero existe una extensa documentación médica sobre su caso y, además, queda claro que ni ella ni su familia quisieron aprovechar el caso para hacerse ricos.
Toda la atención se centró en Lina, pero la otra parte de la historia era Gerardo Medina. El niño creció pensando que Lina era su hermana mayor. Fue en la adolescencia cuando descubrió la verdad, y decidió que quería ser médico. Su frágil salud empeoró con los años y murió debido a una enfermedad rara de la médula ósea que suele aparecer en casos de incesto. Lina, por su parte, contrajo matrimonio con Raúl y tuvo un segundo hijo en 1972, cuando ya tenía 38 años.
Una vida triste
Tras la vorágine mediática llegó el olvido, y Lina Medina pasó a vivir una vida llena de penurias. Pasó su juventud con trabajos precarios y acabó como trabajadora de una fábrica de pilas que apenas le daba para vivir. Al duro golpe de la muerte de Gerardo se une la desgracia de quedarse en la calle, ya que su casa fue derruida para construir una nueva calle. Su segundo hijo se marcha a vivir a México, y el matrimonio se solo viviendo en una vieja casa de adobe con 35 euros de pensión.
Su historia quedó recogida por el ginecólogo José Sandoval en el libro «Madre a los cinco años». El médico llegó a entablar un vínculo muy especial con la mujer, convirtiéndose en una de las personas más cercanas juntamente con su marido. Hace pocos años, el doctor describía así su vida actual: «A los 84 años sufre el peso de su avanzada edad, sus sobrinas residentes en la ciudad de Pisco finalmente logran convencerla para que deje su aislamiento. Y ahí va Lina, al encuentro de su pasado, nuevamente la ciudad donde se le diagnosticó como la madre más joven de la historia. El mundo la recordará para siempre».