El 27 de abril de 2021, Tomás Gimeno secuestró a sus dos hijas pequeñas Anna y Olivia y las asesinó.
Lo hizo, según la juez, para vengarse de su expareja y causarle el mayor daño posible. Es lo que se conoce como violencia vicaria, una lacra que desde el caso de las niñas de Tenerife ha experimentado un auge preocupante.
Los expertos se preguntan si el caso de Anna y Olivia, rodeado de una gran atención mediática, ha podido provocar un efecto llamada. Por un lado ha ayudado a visibilizar una cruda realidad y a llamar la atención sobre la necesidad de proteger a nuestros pequeños. Pero para los maltratadores, puede haberse convertido en un referente.
Julien Charlon, fotógrafo francés de 47 años afincado en Lavapiés, asesinó a su hija de 3 años y se quitó la vida la noche del jueves pasado. No han trascendido los detalles ni la motivación, y hay una investigación abierta. Pero la Policía confirma que se trata de un crimen, otro más de un menor a manos de su progenitor.
Se estaban separando
Lo que se sabe de este caso pone los pelos de punta, sobre todo por la forma como se descubrió. María, la madre de la niña, vive en el edificio de enfrente de su expareja y el jueves no podía contactar con él ni con la niña, pero veía luz en su piso. Llamó a la Policía, y descubrieron los cadáveres de padre e hija.
El impacto fue tal que la madre de la niña y la abuela tuvieron que recibir atención médica y psicológica. Todo parece indicar que la separación de la pareja podría estar detrás de la dramática decisión del padre. Fuentes policiales creen que acabó con la vida de su hija para vengarse de su ex, la madre de la niña.
Su caso sigue los mismos patrones que el de Tomás Gimeno, la misma lógica criminal de un maltratador. Se trata de personalidades narcisistas e incapaces de controlar sus impulsos. Al verse desesperados, no dudan en sacrificar la vida de un ser inocente para hacer sufrir a sus parejas.
Comprometido con el feminismo
Pero el caso es también llamativo por la relevancia del personaje, un tipo muy conocido y respetado en su barrio. Como suele suceder en estas situaciones, todo el mundo hablaba maravillas de él y se mostraba encantador de puertas para fuera. ‘El Francés’, como todos le conocían, se había convertido en uno más.
Julien había conseguido captar con su aparato el espíritu de un barrio familiar como Lavapiés. Y eso le acercó a sus vecinos, que le querían y admiraban su trabajo. En una entrevista en Youtube, hace unos años, se mostraba como una persona comprometida con el barrio y nada hacía sospechar lo que era capaz de hacer.
Pero además, estaba muy vinculado al tejido social del barrio y colaboraba con el centro social okupado La Casa Encendida. Impartía talleres, trabajaba en el laboratorio de revelado y se involucraba en las luchas sociales como el feminismo. No constaban denuncias previas, pero según los vecinos María había buscado ayuda anteriormente.
Piden no glorifcarlo
El fotógrafo explicaba su experiencia vital en la entrevista: “Al principio cuando llegué me pasé un año y medio sin conocer el barrio, pero después tuve la oportunidad de trabajar en el centro okupado”. El local está ubicado en la calle Amparo, la misma donde le quitó la vida a Abril.
Julien Charlon - Fotógrafo
“Entonces decidí centrarme en el barrio y aportar lo que podía aportar”, relató en aquella ocasión. Presenta su trabajo como “una intención dar voz a la gente de Lavapiés” y define el barrio como “mi mundo”. Debajo del vídeo ya han aparecido comentarios como “Borrad el vídeo” o “vaya con el fotógrafo que ha matado a su hija”.
En las últimas horas se han leído comentarios en redes sociales pidiendo no glorificar a este asesino. Denuncian que en algunos medios han sido indulgentes con el maltratador y poco considerados con la víctima. Quieren que Julien Charlon sea conocido como lo que fue, un asesino que arrebató la vida a una niña inocente.
â¶ï¸ VÍDEO: ‘Sabemos al 100% quién es el asesino de Madeleine McCann’