Se cierra el cerco contra el rey emérito Juan Carlos. El avance de las investigaciones judiciales, la aparición todos los días de nuevas informaciones sobre su fortuna en paraísos fiscales y el pacto entre la Casa Real y el Gobierno para alejar al antiguo jefe del Estado del actual dejan al Borbón en una situación límite. Y finalmente, ha estallado.
La prensa británica ha tenido mucho que ver al sacar a la luz los últimos escándalos que rodean al rey emérito. Hace sólo unos días, una portada del The Times dejaba en muy mal lugar a Don Juan Carlos con una dura portada: «Sexo, mentiras y cuentas en bancos suizos».
La mezcla de intereses de Estados, negocios multimillonarios, amistades peligrosas, lazos familiares rotos, amor, despecho y ambición rodean su figura. Sin embargo, fuentes de su entorno aseguran que mantiene el silencio porque «porque no puede hacer nada, ante el juicio público está inerme», y afirman que «un Rey no puede salir a hablar en las televisiones».
Sin embargo, bajo el anonimato el rey utiliza a sus allegados para transmitir lo que siente, y lo describen como malestar, decepción, y sobre todo mucha impotencia. Admiten que que Juan Carlos I no fue todo lo limpio que debería, como demuestran los documentos sobre paraísos fiscales que acaban de salir a la luz y que llevan su firma.
Su error, dicen, fue esconder a Hacienda uno de los múltiples regalos de Arabia Saudí: 64,8 millones de euros. Pero la versión del monarca es diferente. Según esas fuentes, Juan Carlos asegura que ese dinero no era el pago de una comisión por la adjudicación de los contratos de la línea del AVE a La Meca, valorada en 7.000 millones de euros.
Críticas a la Zarzuela
Las fuentes, hablando por boca de Juan Carlos, aseguran que «nadie paga tanto dinero tres años antes de que se adjudique un contrato» y que «máxime cuando el proyecto del AVE pasó por tantas vicisitudes e, incluso, después de adjudicado hubo riesgo de que Arabia Saudí rompiera el contrato con las empresas del consorcio español».
Con estas palabras se refieren a la advertencia que hizo llegar al Gobierno español el ministro de Transportes saudí, Abdullah Al-Muqbel, en diciembre de 2014, reprochando un retraso de las obras adjudicadas a las empresas españolas y amenazando con retirarles la adjudicación.
La Fundación Lucum creada por Juan Carlos I para ocultar su fortuna a la Hacienda Española se creó en 2008 y la adjudicación del contrato del tren de alta velocidad de Medina a La Meca se produjo en 2011.
Fuentes cercanas al monarca dan veracidad a su versión de que fue un regalo como prueba de agradecimiento por la defensa pública que el rey de España les dispensó incluso cuando el régimen saudí era considerada una de las peores dictaduras en todo el mundo. En el caso del AVE, insisten que la mediadora fue la esposa de Adnan Kashoggi.
Su entorno afirma que lo peor es la indefensión en la que la Casa Real ha dejado a Don Juan Carlos. «Le han abandonado a su suerte con la pretensión de blindar a Felipe VI, pero puede se estén equivocando porque una amante despechada y codiciosa que pretende defenderse atacando es una bomba de relojería», dicen.
También acusan a Zarzuela porque «tanto si sabían y no lo frenaron como si no se enteraron de nada es que no hacían bien su trabajo», y lamentan que ahora el staff de la Casa Real dé por buenas las explicaciones de Corinna Larsen. Estas personas cercanas al emérito dicen que «se mezclan verdades y mentiras, y al rey no le queda más que aguantar».