El avance del Coronavirus en diferentes partes del mundo seis meses después de su aparición en China permite ya certificar el éxito de un tipo de gestión y el fracaso de otra. Es evidente que el método sueco de evitar el confinamiento a todo riesgo tiene consecuencias impredecibles pero, ¿y si hubiera un término medio?
Se llama confinamiento inteligente y ha sido aplicado con éxito en Holanda. Consiste en ofrecer información al ciudadano y dejar que él tome sus decisiones apelando a su responsabilidad. Y aunque parece muy arriesgado, las cifras avalan su buen funcionamiento.
El debate surgió precisamente de un encontronazo entre el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y un periodista holandés. A la pregunta de si podía dormir por las noches aplicando uno de los confinamientos más duros de Europa, Illa respondió que los españoles están más en posición de dar lecciones que de recibirlas.
El tiempo dio la razón al ministro español, ya que las duras medidas de confinamiento lograron una rapida estabilización y descenso de la curva. Pero el tiempo también da la razón al método holandés, que deja libertad a cada cual para decidir qué medidas adoptar. De hecho, allí las mascarillas no son obligatorias fuera del transporte público.
El modelo recuerda mucho a los casos de Suecia y Estados Unidos, que tras presumir de sus laxos sistemas de gestión vivieron sus propias tragedias epidemiológicas. Pero en Holanda el confinamiento inteligente ha ido acompañado de resultados parecidos a los de países con las restricciones más duras.
La clave parece estar en la información. Un artículo publicado en JAMA Netrwork Open destaca la campaña divulgativo que ha incidido en dos aspectos: la distancia social y la mejora de las medidas de higiene.
En un primer momento se diseñó una encuesta distribuida por un períodico nacional para conocer hasta qué punto los holandeses cumplían las recomendaciones. Más de 16.000 personas respondieron el cuestionario y mostraron a los investigadores qué hábitos se estaban llevando a cabo correctamente y qué fallaba.
Disciplina holandesa
La encuesta revelaba que los holandeses cumplían bien con el hábito de toser y estornudar en el codo, pero que el lavado de manos, la distancia social el evitar tocarse la cara fallaban. La solución fue crear vídeos e infografías para ser distribuidas en el diario y las redes sociales con ejemplos prácticos de cómo mejorar las medidas de prevención.
Fue un éxito rotundo. Más de dos millones de holandeses visitaron la web mientras que el vídeo en Youtube se reprodujo más de 80.000 veces. Los materiales contaban con consejos de expertos para hacer frente a bulos e informaciones inexactas.
A finales de marzo, cuando Holanda se enfrentaba a una situación límite similar a la de Italia y España, una nueva encuesta demostró que estos contenidos habían incentivado los hábitos de prevención. Las probabilidades de que una persona se lavase correctamente las manos se había duplicado.
El éxito del método holandés puede tener que ver también con la férrea disciplina de sus ciudadanos. Sin ir más lejos, el propio primer ministro Mark Rutte cumplió con la restricción de no acudir a residencias de ancianos aunque eso supusiera, como se ha conocido después, no poder ver por última vez a su madre antes de que muriese.
Los investigadores insisten que una campaña viral de comunicación y concienciación es válida, en cualquier contexto, para aliviar la presión hospitalaria y dar tiempo a la investigación. Quién sabe si con el tiempo el modelo holandés acaba siendo el camino a seguir.