H.W.V., el joven de nacionalidad ecuatoriana acusado de asesinar en noviembre de 2018 a su madre, de 49 años de edad, en la vivienda donde ambos convivían en Alcalá de Guadaíra, ha alegado durante la segunda sesión del juicio con jurado celebrado en torno a los hechos por la Audiencia de Sevilla, que no recuerda la agresión perpetrada sobre su progenitora. Ha manifestado que en aquellos momentos estaba «bastante deprimido», había consumido cocaína y marihuana, sufría «mucha angustia, miedo y pánico» y no sentía que fuera él mismo ni que la otra persona fuese su madre. Piden para él 22 años de cárcel.
Durante esta segunda sesión del juicio, el acusado ha narrado que aquel 13 de noviembre de 2018, cuando contaba con 19 años de edad, pasó las horas previas a los hechos en su dormitorio de la vivienda familiar, con una amiga con la que estuvo compartiendo cerveza y quizá vodka, así como cigarros de marihuana. Además, ha manifestado que «posiblemente» consumiese «alguna raya» de cocaína, exponiendo que pasó «algún tiempo enganchado» a dicha sustancia y por aquellos días la consumía.
Según el acusado, tras marcharse su amiga de la vivienda, él mismo salió a la calle a «dar una vuelta» porque se encontraba «muy mal», lo que le ha llevado a explicar que en aquella época estaba «bastante deprimido» y sufría «cambios de humor y tristeza». Una vez de vuelta al domicilio, según su relato, estuvo «escuchando música» en su cuarto mientras seguía sintiendo «mucha angustia y pánico», contexto en el que ya de madrugada, acudió al cuarto de baño de la vivienda, encontrando a su madre en el pasillo de la misma.
En ese punto, ha relatado que su madre le miraba «fijamente» y le preguntó expresamente si él «había tomado cocaína o algo parecido», momento concreto al que ha unido una intensa sensación de «pánico y miedo». A partir de ese comentario, según asegura, no recuerda qué sucedió, albergando en su mente imágenes de «empujones» en el salón y «sillas por el suelo» y otro comentario de su madre respecto a que cogiera «el dinero que había en la cómoda» y se marchase.
«Siento que no era yo»
Tras los hechos, según ha asegurado este joven que practicaba boxeo, se sentó en el sofá del salón y «todo lo veía muy extraño», en el sentido de que no sentía que aquella vivienda fuese verdaderamente el lugar que él habitaba, ni que fuese él mismo ni que la otra persona con la que había trabado fuese su madre. «Siento que no era yo. Sentía pánico y un miedo muy grande. No sentía que aquella fuese mi casa ni creía que fuese mi madre», ha insistido, resumiendo que sentía que todo aquello era «irreal».
Así, ha reiterado que en aquellos momentos sentía «una depresión», afrontando «momentos muy malos» que le habían llevado a comentar a su madre que necesitaba ayuda psicológica profesional, si bien tal extremo implicaba un coste que no podía asumir la familia. La Fiscalía, en ese sentido, reconoce en su escrito de acusación que el acusado sufría un trastorno ansioso depresivo que mermaba sus capacidades volitivas e intelectivas sin llegar a suprimirlas.
En cualquier caso, dado que él mismo se preguntaba en su fuero interno «si de verdad había pasado eso», salió de nuevo a la calle, extremo que recuerda porque conserva la imagen mental de «un coche», tras lo cual «poco a poco» comenzó a tener conciencia «de lo que estaba pasando» y, a tal efecto, intentó «pedir ayuda a quien estaba al alcance», en este caso la amiga con la que había pasado la tarde y su hermano mayor, con quienes contactó vía WhatsApp porque tenía un «problema» con su teléfono móvil y no podía realizar llamadas como tal. Fueron estas personas, en ese sentido, quienes alertaron a las autoridades.