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Verónica y Tania: los 2 amores que cambiaron a José Rabadán, ‘el asesino de la catana’

Verónica le hizo descubrir sentimientos que desconocía, y Tania le acercó a la fe y a Dios

El 1 de abril del 2000, a las 06:30 de la mañana, José Rabadán Pardo cometió uno de los crímenes más salvajes que se recuerdan en España. Mató a sus padres y a su hermana con una catana en el domicilio familiar del barrio de Santiago el Mayor, en Murcia. Los investigadores encontraron sangre por toda la casa y tres cadáveres mutilados. 

José Rabadán tenía 16 años cuando apuñaló y decapitó a sus padres y a su hermana de 9 años. Hasta entonces se había mostrado como un chico reservado y solitario, que no salía de casa y que se pasaba el rato delante del ordenador. La obsesión por los videojuegos estaba detrás del crimen del ‘asesino de la catana’.

Fotos del personaje
José Rabadán se ha reinsertado gracias a la fe | LND

Su paso por el centro de menores y la cárcel le hizo descubrir el amor y acercarse a Dios. Allí conoció a Verónica, primero, y después a Tania, con la que se casó y tuvo una niña. Esta es la historia de superación de José Rabadán, que ahora vive enfocado a su familia y a la comunidad evangélica.

El asesinato de la catana

El 1 de abril de 2000, José Rabadán se levantó de la cama empuñando la catana con la que había dormido bajo las sábanas. Entró en la habitación de sus padres y asestó un primer machetazo a su progenitor, que intentó protegerse la cara con las manos. Tenía los dedos amputados, un profundo tajo en el cuello, diecisiete golpes y una bolsa en la cabeza.

El cuerpo de la madre no presentaba signos de defensa, así que todo indica que la mató mientras dormía. Su hermana, una niña con síndrome de Down, también intentó defenderse y tenía una herida profunda en el cuello. Después de preparar los cadáveres para que no olieran, se fugó con la intención de empezar una nueva vida.

Primer plano de las armas
Las armas con las que José mató a sus padres y a su hermana | Cedida

Metió el cuerpo de su hermana en la bañera llena de agua. Intentó lo mismo con su padre, pero pesaba demasiado y lo dejó al lado. Su madre yacía en la cama mutilada. Una de las cabezas apareció dentro de una bolsa, junto a su ropa llena de sangre. 

Sonia, su razón para escapar

Los forenses afirmaron que José actuó con frialdad empujado por las ansias de escapar de su vida. Ya había intentado anteriormente fugarse de casa, pero su padre lo había impedido. Tras matar a su familia puso rumbo a Barcelona, donde le esperaba una chica de nombre Sonia con la que chateaba hasta altas horas de la madrugada.

José nunca llegó a Barcelona, porque fue detenido por el camino y llevado ante el juez. Le condenaron a ocho años de internamiento en un centro de menores y dos de libertad vigilada. El ‘asesino de la catana’ quedó en libertad el 1 de enero de 2008, y se reinsertó en la sociedad tras recibir tratamiento psiquiátrico.

José Rabadán permaneció en el anonimato hasta que un documental sobre su vida sacó su asombrosa reinserción a la luz. Con treinta años, casado, con una hija de tres y un trabajo de broker en la Bolsa, quiso lanzar el mensaje de que la reinserción es posible. Las razones de su cambio están en el amor y en la fe.

Verónica, un antes y un después

En el centro de menores de Las Moreras, en Murcia, José Rabadán se convirtió en un ídolo para los fans adolescentes. Una de esas admiradoras era Verónica Jiménez, que con el tiempo se convirtió en la novia del ‘asesino de la catana’. Esta joven de 22 años tuvo varios vis a vis con él, e incluso tenían planes para casarse.

Montaje con fotos de la pareja
Verónica, la primera mujer que cambió a José Rabadán | LND

Ella también era de Murcia, y su hermano cumplía condena en el mismo centro de menores que José. En junio de 2003 le escribió una carta y no tardaron en conocerse en persona. Desde entonces no se separaron, e incluso hicieron planes de futuro juntos.

El abogado de José Rabadán asegura que la relación con Verónica marcó un antes y un después. “Le permitió generar sentimientos que desconocía y despertar ilusiones, esta chica ha transformado a José Rabadán, y estoy seguro de que seguirá transformándolo”, explicó. Tiempo después, el amor se acabó y cortaron su relación.

Tania y el acercamiento a Dios

Pero fue otra carta la que cambió de verdad y para siempre la vida del ‘asesino de la catana’. La escribió otro preso, y en ella le recomendaba que se acercara a la Iglesia Evangélica. El joven le hizo caso y empezó a acudir a la Asociación Evangélica Nueva Vida, que se dedica a la rehabilitación de presos.

Fue allí donde conoció a Tania, la hija de un pastor evangélico con el que inició una relación que se prolongó después de su condena. El romance empezó cuando ella tenía 15 años y él 21, y ambos se trasladaron a vivir a la comunidad evangélica en Cantabria. Allí consiguió rehacer su vida y formar una familia, ya que ambos tuvieron una niña.

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José Rabadán ha formado una familia junto a Tania | Cedida

José Rabadán vive una vida entregada a su familia, a la religión y a su trabajo. Colabora activamente en la asociación evangélica y trabaja como broker en la bolsa. Su esposa Tania es su escudera fiel, que le ha apoyado en el difícil camino de la reinserción. 

¿Un monstruo o un enfermo?

El caso de José Rabadán provocó un debate entre los psiquiatras. Algunos le consideraban un psicópata frío y calculador. Pero otros apuntaban como origen del suceso un brote psicótico de tipo epiléptico e idiopático que le llevó a desconectar de la realidad.

El propio Rabadán, ya en libertad, explicó que tenía “voces en la cabeza” y que no era consciente de lo que hacía. Dice que estaba enfadado con Dios por la enfermedad de su hermana, y que empezó a acercarse al satanismo. Los investigadores que llegaron al escenario del crimen lo definen, precisamente, como el escenario de un ritual.

El amor de Verónica y de Tania, y la fe encontrada en la asociación evangélica, le ayudaron a deshacer el camino para volver a Dios. “Vine aquí sin haberme perdonado, pero abrí mi corazón a Dios, y Dios me ha salvado”, afirma el ‘asesino de la catana’.

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